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Ataques a la libertad religiosa en España

Por Jesús Cotta , 2 junio, 2014

Imaginen ustedes que un grupo de exaltados pretende hacer una procesión contra el Islam en la que pretenden caracterizar a Mahoma de un modo ignominioso y quemar un Corán.

Imaginen también que un grupo de exaltados religiosos irrumpe en un lugar de encuentro de universitarias feministas y las insultan del peor modo imaginable e interrumpen sus charlas, lo llenan todo de pintadas y las amenazan si no se van.

Y por último imaginen que un ayuntamiento prohíbe una manifestación de gays por la calle alegando que ya existe el día del Orgullo gay.

Estoy seguro de que casi todos ustedes pondría el grito en el cielo por esos hechos.

En el primer caso, la libertad de expresión se pervierte para amparar el escarnio, en el segundo para impedir la libertad de expresión de otros y en el tercero directamente se vulnera el derecho a la libertad de expresión.

Pues bien, esas tres cosas (y muchas otras que harían interminable el artículo) han pasado recientemente en España, solo que las víctimas no son musulmanes, feministas o gays, sino católicos.

Han sido varias las procesiones blasfemas permitidas muchas veces por gobiernos conservadores y de las que circulan vídeos por la red: si alguien quiere darse un baño de feísmo y mal gusto, que los busque. Las últimas procesiones han sido las de la CGT.

Es Carrillo, el rector de la Complutense, quien, en vez de condenar a los profanadores de la capilla universitaria, quiere cerrar la capilla. Curiosa manera de arreglar las cosas: suprimir a la víctima para que no haya atacantes.

Y ha sido el ayuntamiento de Hospitalet quien, con cierto tufillo antiandaluz y, por supuesto, cristianofóbico, ha prohibido una procesión de la Virgen de Gracia de Carmona alegando que ya hay procesiones en Semana Santa.

No ha habido apenas eco en la prensa ni en la televisión y, cuando alguien denuncia los hechos, es tachado de fanático o de exagerado. Y lo más alarmante no es que esas cosas ocurran, sino que nadie se alarme. Son indicios de lo enferma que está nuestra democracia.

Cuando la libertad religiosa está en peligro, está en peligro la democracia, que precisamente surgió para garantizar la libertad religiosa.

Lástima que la cristianofobia de unos exaltados se alimente del miedo y del silencio y de la pasividad de una mayoría. Desde luego no seré yo quien se calle.

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