Cincuenta sombras más oscuras que las cinco mil novelas de Corín Tellado
Por María J. Pérez , 10 febrero, 2017
¿Qué diría Corín Tellado, la escritora española de la novela romántica por excelencia del pasado siglo, si hubiera leído los libros o visto las películas de la saga `Cincuenta sombras de Grey´?
Frente a la temática habitual de esta grande de la novela de amor y desamor en la que sus personajes femeninos viven historias románticas y pasionales y luchan por su felicidad encarnada siempre en un hombre, las novelas de la escritora británica, E.L. James, se inclinan por dotar al texto de otra serie de matices más acordes -en alguno de sus aspectos- con los tiempos que vivimos. La segunda de sus novelas, llevada a la gran pantalla, está envuelta en polémica que siempre es un componente muy en boga. Sin controversia el resultado no sería el mismo. Hay que darle un cierto aire de escándalo y seducción para que el producto sea atractivo.
Y es así como este miércoles ha tenido lugar en las salas Kinépolis el preestreno en Madrid de la película ´Cincuenta sombras más oscuras´, la segunda parte de la trilogía que hoy viernes se estrena en los cines españoles. Los protagonistas Jamie Dornan y Dakota Johnson han presentado la cinta junto a la escritora E.L. James y el director del film, James Foley. Las salas, repletas de gente joven, en su mayoría mujeres, mostraron el fenómeno de masas de los últimos tiempos. Un éxito editorial y de taquilla gracias a unos lectores y espectadores ávidos de desgranar una historia acompañada de morbo y sexo que siempre es un buen reclamo. Sumisión, machismo, búsqueda del placer a través del dolor, dependencia emocional, prácticas sexuales de dominación, maltrato o humillación son ingredientes que convierten a la película en un acicate para su consumo.
Todo ello con una carga de romanticismo que en parte recuerda a las novelas de Corín Tellado, pero más en consonancia con las circunstancias actuales. La escritora asturiana nunca hubiera puesto en sus más de 5.000 novelas alguna de las escenas de sexo descritas por la autora británica, por el momento histórico y por consiguiente por las trabas a su publicación. El erotismo de Tellado residía en el atrevimiento, escribiendo relatos en los que los besos apasionados y otras incursiones amorosas aún no se osaban a describir con asiduidad en muchas de las novelas de la época. Una auténtica proeza narrar una escena llena de sensualidad en el período de la censura, debiendo agudizar el ingenio, a través de figuras retóricas, que permitieran insinuar ambientes tan complejos de perfilar en la narrativa. Escenas veladas, según se describan, o muy visuales, si se muestran sin ningún tipo de tapujos, como las de James.
Tanto una novelista como la otra, cada una en su momento, son parte, como he referido anteriormente, de un fenómeno sociocultural más allá de las modas, culturas y de los momentos históricos en que han sido creados. Muchos factores son los que marcan la diferencia entre ambas –y también la de otras grandes de la novela sentimental, como Bárbara Cartland o Victoria Holt–. Si el éxito de Tellado radicaba en la facilidad con que las lectoras se identificaban con los personajes de sus libros en situaciones ardientes de celos, amor u odio, estas han dejado paso a situaciones más retorcidas y crudas, pero con los mismos componentes. Y es que cada una de las obras de las dos autoras son un reflejo de la realidad inmediata que nos rodea, pero si bien, el propósito último de ambas siempre es un final al uso, en su mayoría feliz, como exigencia y limitación del género que cultivan.
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