Crece la islamofobia en Europa: una victoria de los yihadistas
Por Nicolás Melini , 27 septiembre, 2014
Crece la islamofobia en Europa y EE.UU. Es lo que quieren los yihadistas. Estos pretenden arrastrarnos a una guerra religiosa, que es el tipo de guerra que les conviene. Esa fue la maestría de Bin Laden, que nos conocía bien porque se había formado entre nosotros y había trabajado para la CIA, igual que sucede con muchos de los yihadistas de EI en Siria e Irak en la actualidad, que nos conocen bien porque, en realidad, aparecen con nuestro rostro, son nosotros, y por ello se saben nuestros miedos, cómo azuzarlos.
En Europa el miedo que ellos quieren infundirnos se retroalimenta: hay demasiados grupos que creen que la islamofobia les beneficia políticamente. Algunos católicos sienten que deberían tener una mayor influencia política y ven en la islamofobia una vía para crecer en adeptos; el sionismo cree que la islamofobia juega a su favor en oriente próximo, cuanta más prensa islamófoba mejor para hacer prevalecer sus intereses; EE.UU. dice oficialmente que su guerra no es contra del islam, pero la islamofobia allana el terreno para su intervención en Irak en pos de sus intereses geoestratégicos, así que tampoco ponen demasiado empeño en combatirla –y alguien dirá que más bien todo lo contrario—; el feminismo teme que avance cualquier religión y más aún ésta, ahí hay que poner un dique y parecen creer que cualquier información islamófoba podría servir a la causa de la mujer; un laicismo radical entiende que hay que aniquilar la religión, la religión sería un atraso y atacar a la islámica serviría tanto para contenerla como para promover el avance del laicismo; a Marine Le Pen le interesa azuzar el miedo a los inmigrantes, especialmente a los musulmanes, blanco también para la extrema derecha residual española que no se siente representada por el PP, pero también para algunos dirigentes locales del PP, que ven en la islamofobia un modo de hacer política en sus municipios.
El problema es que todo conduce al mismo lugar: convergen los intereses del yihadismo y el de todos estos grupos. El yihadismo promueve nuestro miedo y espera que nuestro miedo, nuestra islamofobia, haga el resto. El miedo nos hará cometer errores, nos hará injustos y nuestras injusticias les proporcionarán argumentos, adeptos y reclutas. Esto ya está sucediendo, ya lo están rentabilizando.
En medio hay mucha gente inocente que sufre (para empezar sufre el miedo, cada vez más fundado) y si esto va a más, en una escalada de violencia, más que sufriremos todos.
Los intereses políticos de unos y otros impiden que pongamos el acento en aquello que está bien y permitiría, conservando un cierto equilibrio, la convivencia pacífica. Por supuesto que todos estos grupos podrían hacer el esfuerzo de poner el acento en aspectos positivos, pero les interesa ponerlo en los negativos y, ya se sabe, cuando uno abunda en lo negativo sin necesidad, lejos de solucionar nada, más bien lo acaba empeorando. Si el feminismo quisiera podría mostrar la lucha feminista de muchas mujeres musulmanas, o señalar para bien aspectos de modernidad que sin duda encontraríamos en muchas relaciones de parejas musulmanas de aquí y de allá, mostrando que es posible trabajar la igualdad dentro de la religión, lo que sin duda beneficiaría a muchas mujeres, que es de lo que debería tratarse; a los católicos que pretenden un ascenso político del catolicismo –en España en particular o en Europa en general— no les interesa poner el acento en todo lo que tienen en común musulmanes y católicos, para empezar la fe, ni comprender que si es posible demonizar a los musulmanes también resultará sencillo hacerlo con los católicos; y esto a pesar de que la máxima autoridad, el Vaticano, no se cansa de asegurar que lo que sucede en Irak “no es una guerra religiosa”, por mucho que haya víctimas católicas. El sionismo, tal vez, debiera tener aún más claro esto de la demonización: o, al contrario, tal vez sea porque han estado ahí recientemente que saben cómo es, tienen buenas razones para temer que los demonicen y por ello promueven la demonización de quienes consideran sus actuales enemigos… Y así podríamos continuar…
Es una pena, porque es sencillo y eso lo hacemos muy bien: en cuanto los grandes intereses económicos y políticos deciden que lo que conviene es la paz comienzan a emitir –haciendo uso de todos los canales de difusión— los aspectos positivos que se producen entre todos nosotros, orillando nuestras diferencias; y, en cuatro días, nos tranquilizan.
Pero, ¿y si lo que les interesa es lo contrario, la guerra…?
Osama Bin Laden, familia y amigos
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