Crítica kantiana del dogmatismo matemático de la sociología
Por Eduardo Zeind Palafox , 18 diciembre, 2017
Max Horkheimer and Theodor Adorno (in foreground) with Jürgen Habermas (far right), Heidelberg, April 1964
Resumen: Las luchas políticas, sin crítica, se transforman en parte del método científico sociológico, que debe ser filosófico, no matemático. Capitalismo, izquierdismo y cientificismo, para refutarse, usan la matemática. Kant dice que la matemática es rigurosa porque puede usar definiciones, axiomas y demostraciones, instrumentos que extendidos hasta el campo de lo filosófico sólo dogmatizan. Sugerimos que el cientificismo, el marxismo y la Escuela de Frankfurt son dogmáticos. Aplicamos a sus presupuestos metodológicos el concepto kantiano de “disciplina de la razón pura en el uso dogmático”.
Palabras clave: Kant, sociología, dogmatismo, matemáticas, metafísica, marxismo, cientificismo.
Abstract: Political struggles, without criticism, become part of the sociological scientific method, which must be philosophical, not mathematical. Capitalism, leftism and scientism, to refute themselves, use mathematics. Kant says that mathematics is rigorous because it can use definitions, axioms and demonstrations, instruments that are dogmatic in philosophy. We suggest that scientism, Marxism and the Frankfurt School are dogmatic. We applied to his methodological assumptions the Kantian concept of “discipline of pure reason in dogmatic use”.
Key words: Kant, Sociology, dogmatism, mathematics, metaphysics, Marxism, scientism.
Todos pensamos habitualmente lo urgente, lo necesario, y las contradicciones que estorban nuestras vocaciones, y el lenguaje con que signamos ambas cosas y la sustancia que supuestamente es encerrada por dicho lenguaje. Los cuatro elementos mencionados, a fuer de costumbre, constituyen eso que llamamos “horizonte epistemológico”[1].
El método sociológico, que pretende ser tan científico y veraz como el método de las ciencias naturales, hoy es dogmatizado por los horizontes epistemológicos del capitalismo, del izquierdismo y del cientificismo, escuelas de pensamiento que por el mucho bregar entre ellas esgrimen intensos argumentos de cariz irrefutable, es decir, metafísicos y matemáticos. Los argumentos de batalla, así, se transforman en pasos del método científico, lo que nos desvía de toda verdad.
¿Qué es urgente para el capitalista? La plusvalía. ¿Qué es abominable para él? El trabajo inútil. ¿Cómo justifica el capitalista sus ambiciones? Con léxico psicológico, esotérico y antropológico, esto es, con léxico metafísico. Dicho léxico es sustentado por la ética, cuyo pilar más sólido es el derecho, y por la religión, que está debajo de toda cultura.
Lo urgente para el izquierdista, en cambio, es la liberación de los oprimidos, el fin de la explotación, fin que justifica con léxico no psicológico, sino histórico, ni con léxico esotérico, sino materialista, ni con la antropología, sino con la sociología[2]. Sociología, materialismo e historia son sustentados por las ciencias económicas y políticas, que para derribar los supuestos éticos y religiosos de sus contrarios echan mano del rigor de las matemáticas.
¿Qué es urgente para el cientificista? Entender porque sí, “desinteresadamente”. Entender es penetrar dos barreras: la del sentido común, siempre precientífica, ilógica, y la de lo sensorial, siempre engañosa, contingente y subjetiva. Luchar contra la opinión popular y contra lo sensorial, es decir, buscar lo real y no lo aparente u opinable, constituye lenguaje metafísico, siempre paradójico, y tecnicismos empiristas.
Con ejemplos de la moderna prensa de los angloparlantes, más dogmatizados que nosotros por la “razón instrumental”, confirmemos lo que aseveramos. Sostiene Julio Faesler que la CEPAL desea que la gente reciba sin trabajar salarios (“renta básica”) que aseguren el ejercicio de algo que llama “personalidad efectiva”[3]. La palabra “personalidad”, de cierto, pertenece al léxico de la psicología, que no es ciencia para los marxistas, sino ente metafísico, de razón. Véase aquí el psicologismo.
Mya Tokumitsu refiere que el sindicato alemán IG Metall exige para sus humanos miembros más cantidad de “tiempo libre”, tiempo que dignifica, libera y exalta la expresividad humana. Tiempo libre y no más ciencia pide, como si la cantidad de horas de ocio garantizara la felicidad o el bienestar[4]. Véase aquí el paradigma cuantitativo, matemático en sentido filosófico.
Finalmente, Luciano Floridi asegura que las críticas que la inteligencia artificial ha recibido de los “apocalípticos” será gran estorbo científico. El profesor de la Universidad de Oxford dice que la inteligencia artificial es una extensión de la inteligencia humana, extensión que busca imitar los mejores comportamientos sociales, realizar trabajos penosos de mero cómputo y no resolver ociosamente cualquier problema, sino aprender a elegir problemas de jaez urgente[5].
Tenemos, así, que la inteligencia artificial, que será configurada por alguien cuyos horizontes epistemológicos ignora, que son capitalistas o cientificistas, captará datos de semántica cuantitativa y empirista, lo que nos mantendrá dogmáticos. Véase aquí el dogma cientificista.
En toda lid ideológica lo moral siempre parecerá arbitrario y será refutado con axiomas. Decidir basados en cifras constituye un hiato, es saltar ya definidos del número, de lo cuantitativo, al acto, ignorando lo real, las relaciones y modos de ser de las cosas. Resolver los derroteros de la sociedad, ese paralogismo ingente, basados en lo empírico, que es siempre accidental, es andar a oscuras, o demostrando lo indemostrable.
Axiomas, definiciones y demostraciones hacen que las matemáticas sean rigurosas[6], pero no adecuadas para la sociología, donde no hay verdades evidentes, “principios sintéticos a priori que son inmediatamente ciertos” (B760), sino opiniones, ni objetos acabados de orígenes y datos claros y precisos (B755), sino lenguajes sin contornos, ni demostraciones basadas en lo necesario, en lo apodíctico (B762), sino accidentes constantes y espontaneidad. Accidentes, polisemia y opiniones conforman dogmas, y éstos son materia de estudio de la filosofía.
¿Cuáles son los rasgos de la filosofía? Kant, en la Doctrina trascendental del método de la Crítica de la razón pura[7], dice que la filosofía no parte de lo apodíctico, sino del dogmatismo (B741), es decir, de conceptos y sistemas hechos sin reflexión (generatio aequivoca; B863), y que considera lo particular desde lo universal (B742). La matemática, distinta, construye conceptos, considera lo universal desde lo particular, por lo que sólo puede tratar “cantidades” (B742-B743).
La filosofía, en fin, sirve para “conocer los propios límites” (B755) de nuestras facultades intelectuales, para no definir, evidenciar o demostrar lo que sólo puede exponerse y para “hacer ver en su luz más clara todos los pasos de la razón” (B765), que es como decir que sirve para que seamos conscientes de las operaciones matemáticas, dogmáticas, que realizamos sin saber que lo hacemos.
La matemática, dice Kant, “se ensancha felizmente por sí misma, sin el auxilio de la experiencia” (B740). La CEPAL, Luciano Floridi e IG Metall, sin la piedra de toque de la experiencia enjuician la realidad dogmáticamente al proferir que el dinero, la datofagia y más vacías horas libres mejoran la existencia humana.
Hora es de rastrear los matemáticos orígenes dogmáticos de la sociología. Primero examinemos los vicios de la sociología espontánea, que toma información de lo perceptible sin crítica epistemológica y del lenguaje común y corriente. Después recordemos qué es el marxismo, filosofía que trató de hacer objeto de estudio al mundo social. Y para acabar señalemos las premisas de la Escuela de Frankfurt, vestigio fidedigno del marxismo.
Maxime Chastaing, fundamentándose en las observaciones filosóficas de Wittgenstein, sostiene que los meditadores expertos, entre los que andan los científicos sociales, suelen descontextualizar las palabras hasta hacerlas contradictorias, signos de esencias ocultas y definiciones desconectadas de toda realidad. También dice que gustan de homogeneizarlo todo con “denominadores comunes”, y que para lograrlo procuran ilustrar sus tesis siempre con ejemplos de una misma clase[8].
Definir es hallar los orígenes de un objeto, describir sus notas, que serán siempre iguales, suficientes y claras, y representarlas distintamente, es decir, de suerte que no confundan con las de otros objetos. En sociología, donde lo que se estudia son opiniones, mezcolanzas de conceptos sin objeto que sólo se entienden según un contexto accidental, y hechos sin límite espacial y temporal, tal es imposible.
Karl Marx, que siempre se quejó del lenguaje economicista inglés, lenguaje tomado de la calle, trató de objetivar lo social, y por eso no escribió libros de filosofía, sino de economía.
¿Qué es el marxismo? Atendamos el prólogo primero de “El Capital”. Éste, dice Marx, es una “crítica” a la “economía política” (XIII) mediante el “socialismo científico” (VII). Científico, esto es, estudioso del proceso que transforma el trabajo, que es movimiento, energía, en mercancía, cosa que en los mercados se transforma en valor. El valor, afirma Marx, es la “célula económica” que explica lo social (XIII).
La crítica marxista saca a la luz tres hechos históricos: las “contradicciones sociales” (XIV) del sistema capitalista, la “ley económica que preside el movimiento de la sociedad moderna” (XV) y el “régimen de propiedad consagrado por el tiempo” (XVI)[9]. Todo lo anterior lo supo analizando a Inglaterra, país capitalista por excelencia en el siglo antepasado.
La matemática, decíamos, parte de lo apodíctico, de lo sustancial, de lo necesario. Marx parte de eso que llamó “célula económica”, el valor, que es término sumamente problemático. La matemática construye conceptos, no deshilvana los existentes. Marx, dogmáticamente, construye el concepto de “clase” y lo aplica allá y acá para describir las “contradicciones sociales”. Ni Velázquez el pintor, súbdito de un rey, se tuvo por dominado, ni los obreros de hoy se creen obreros. La matemática considera desde lo universal lo particular. Marx, en cambio, consideró lo universal, lo social, desde lo particular, desde Inglaterra. Basten los ejemplos puestos para mostrar que el método marxista, tan usado por los sociólogos, es bastante dogmático.
Señalemos ahora algunos dogmas de la Escuela de Frankfurt, institución que nació para explicar mediante la “teoría crítica”[10] por qué el comunismo fracasó en Alemania y para determinar cómo podría triunfar en el devenir. La Escuela de Frankfurt, asevera Samuel Freeman, se fundamenta en el legado más importante del marxismo occidental: el concepto de “falsa conciencia”, que se forja merced a la ideología, esa “compleja red de ilusiones” urdidas por el capitalismo. La palabra “conciencia”, como la palabra “personalidad”, es de la psicología.
Tamaña escuela, refiere Freeman, se pasó de la izquierda al liberalismo democrático, doctrina donde las empresas privadas, para competir con otras, abrazan las matemáticas y la lógica pura y desprecian la ética y el arte. De la suma de la razón meramente instrumental, que es falseamiento de los propósitos de la Ilustración, y del capitalismo, nacen monstruos como el nazismo.
Concluyamos. Lo social, que no es objeto, cosa que pueda aprehenderse con la intuición, reproducirse con la imaginación ni reconocerse con conceptos, es decir, conocimiento que se logre inmediatamente, siempre acaba siendo asunto metafísico, de la imaginación, y en política asunto matemático, asunto erróneamente hecho cantidad, geometría, simetría (oprimidos y opresores, izquierda y derecha, etc.). Con todo lo expuesto no se pretende descalificar a la sociología, pero sí advertir que todo conocimiento extractado y representado sólo matemáticamente, como el brindado por empresas como Gallup, Ipsos, Lexia Insights Solutions o la AMAI, que creen sondear lo público, es dogmático, merecedor de arduas críticas, insuficiente para resolver cualquier cuestión.–
Notas:
[1] Pensar lo necesario, las antítesis de lo que es tenido por necesario, el modo en que lo necesario es vuelto lenguaje y los mitos que se desprenden de todo lenguaje, es parte de mi método filosófico. El término “horizonte” usado por Gadamer en “Verdad y Método”, aunque desarrollado excelentemente, nos parece demasiado humanista, tendencioso.
[2] Recuérdese que la Escuela de Frankfurt, creadora de la “teoría crítica”, pretendió comprender a la sociedad moderna con ideas de Freud y de Marx, quienes atendían, sobre todo, lo impersonal, lo instintivo y las oscuras fuerzas de los mercados.
[3] Faesler, en artículo llamado “El ingreso básico y la realidad política” (El Excelsior, 2 de diciembre de 2017), declara que la CEPAL sigue creyendo que el poder comprar mercancías mejora la vida, creencia harto ingenua. Una cosa es sobrevivir, otra vivir y otra vivir gozando vivencias.
[4] Según Tokumitsu, el tópico del “tiempo libre” había desaparecido del discurso de la izquierda porque ésta se dejó embelesar por la cultura del consumo, y además por la desaparición del radicalismo entre los obreros y por la creencia en el binomio economía-bienestar. Cfr. “The Fight For Free Time”, Jacobine Magazine, 29 de octubre de 2017.
[5] “A Fallacy That Will Hinder Advances in Artificial Intelligence”, Financial Times, 1 de junio de 2017. Difícil será que la inteligencia artificial elija problemas realmente esenciales para la humanidad, pues elegir exige el talento de la inducción, de la que poco sabemos, según afirmó Hilary Putnam en su libro “Renewing Philosophy”.
[6] “La rigurosa exactitud de la matemática se basa en definiciones, axiomas, demostraciones” (B754), dice Kant en su “Crítica de la razón pura”. El matemático o geómetra, afirma, en filosofía (o en sociología) sólo hace “castillos de naipes”, suma, resta o divide noúmenos, y el sociólogo o filósofo, en matemáticas, sólo parlotea, analiza lo que por evidente no necesita discursos aclaratorios.
[7] Usamos la magnífica traducción de la “Crítica de la razón pura” del doctor argentino Mario Caimi, editorial Colihue Clásica, Buenos Aires, 2009.
[8] Ver “El oficio de sociólogo”, de Bourdieu y compañía (Siglo XXI, México, D.F., 2008), páginas 198 a 201.
[9] Usamos la edición de “El Capital” del FCE (México, D.F., 2012), traducida por W. Roces.
[10] Los creedores de la “teoría crítica”, explica Freeman en su artículo “The Headquarters of Neo-Marxism” (The New York Review of Books, 23 de marzo de 2017), con ideas de Marx y de Freud intentaron determinar qué fuerzas históricas, sociales, económicas, psicológicas e instintivas estaban detrás de la conformación de la sociedad capitalista. Lukács y Brecht desdeñaron la Escuela de Frankfurt por haber sido hecha con gente de la clase dominante.
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