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Cuestión de números

Por José Luis Muñoz , 4 diciembre, 2023

Hace ya muchos años, en el siglo pasado, en 1990, publiqué un artículo de opinión en el diario El Sol, en donde entonces colaboraba, relacionando la estadística con las guerras, porque los números pueden darnos una idea aproximada de la cantidad de dolor que provocan y de si nos encontramos ante una guerra o ante una masacre. Lo apliqué a la primera guerra de Irak, causada por la anexión de Kuwait por parte de este país, y que terminó con la sonora derrota del régimen de Sadam Hussein desbordado por una coalición internacional liderada por Estados Unidos en la llamada operación Tormenta del Desierto. Por parte de la coalición internacional hubo 392 muertos (unos cuantos por el llamado fuego amigo) y 776 heridos. Por parte de Irak entre 20.000 a 30.000 muertos y 75.000 heridos. Las bajas civiles en Irak ascendieron a 3.664 muertos. Dije en su momento que eso no era una guerra sino una masacre en toda regla. Los números cantan. Fueron aterradoras las imágenes de la caravana de la muerte, miles de iraquíes que trataban de huir y fueron literalmente achicharrados en su huida por la aviación en sus coches. La guerra se decidió en al aire. Sam Mendes la retrató en el cine en “Jarhead” en 2005 en donde los soldados de a pie ni se enteran de esa guerra que se decide en el aire o con misiles tierra tierra. En la segunda guerra de Irak, la definitiva que derrocó a Sadam Hussein que fue ejecutado en un juicio ultrarrápido, el balance fue de 4.497 soldados estadounidenses muertos y 179 británicos por …. 1.220.580 por parte iraquí, y en ese cifra se incluyen los numerosos muertos que hubo tras la desastrosa ocupación que desató el caos en todo el país. Como verán, la desproporción va en aumento.

Tenemos en la actualidad dos conflictos mediáticos (hay muchos más, como el del Yemen o Sudán, pero no interesan ya, están amortizados), uno en Ucrania, tras la invasión de ese país por parte de Rusia, y otro en Gaza, por la invasión de ese territorio por parte de Israel. En Ucrania se estima que han muerto 120.000 soldados rusos y 180.000 han sido heridos frente a 70.000 ucranianos y 120.000 heridos. Las bajas civiles se estiman en 9.900. Sin saber mucho de estrategia militar podemos definir que eso es una guerra, que hay dos ejércitos que se enfrentan con un armamento similar y que las bajas civiles lamentablemente son altas, no debería de haber ninguna, pero quedan a años luz de los 20.000 muertos de la primera guerra de Irak y del más de un millón de la segunda.

Gaza. Allí las estadísticas vuelven a descolocarnos y a afirmar que lo que sucede en esa estrecha franja no es una guerra convencional sino una masacre en toda regla. El enfrentamiento se inicia con el salvaje asesinato por parte de Hamás de 1.200 ciudadanos, mayoritariamente israelíes y continúa con la respuesta de Israel bombardeando durante semanas el territorio, para literalmente aplanarlo, e invadiéndolo a continuación. Los continuos bombardeos de Israel (15.000 artefactos explosivos lanzados, todos los que le ha vendido Estados Unidos) y sus operaciones terrestres han causado en algo más de dos meses 15.000 muertos civiles (más unos 200 asesinados en Cisjordania), la mayor parte de ellos mujeres y niños. ¿Cuáles han sido las bajas por parte de Israel? 75 soldados fallecidos, por el momento. ¿Cómo se explica que en dos meses el ejército israelí haya matado al doble de civiles que Rusia en casi dos años en la guerra de Ucrania? Habría que darle a Vladimir Putin el premio Nobel de la Paz, y perdonen mi siniestra ironía.

Cuando Rusia invadió Ucrania se desató la solidaridad internacional con su población (caravanas de ayuda, taxistas que iban a traer familias enteras, donativos millonarios, toneladas de alimentos) al mismo tiempo que se implementó un rosario de sanciones económicas contra Rusia y se dictó una orden de búsqueda y captura contra Putin por crímenes de lesa humanidad (secuestro de unos centenares de niños ucranianos a los que se les iba a rusificar). Israel lleva décadas vulnerando la legalidad internacional y Netanyahu, en concreto, está asesinando a diario a cientos de civiles indiscriminadamente (más de 6.000 niños, bombardeos de hospitales y ambulancias, bloqueo de alimentos y combustible) y no se rompen relaciones diplomáticas, ni se implementan sanciones económicas, ni se lleva al mandatario israelí ante la Corte Penal Internacional para ser juzgado como lo que es: un criminal de guerra.

Hace muchos años pregunté a un mexicano sobre la violencia en su país y, especialmente, por la crueldad de los carteles de la droga que torturaban y asesinaban de una forma atroz. Le pregunté por qué actuaban de ese modo. Porque pueden, fue su respuesta. Pues eso es lo que hace Israel, porque puede y nadie le para los pies.

Esta doble vara de medir nos pasará factura.

 

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