De Mariana Pineda, John Wayne y el zar Nicolás II
Por Víctor F Correas , 26 mayo, 2015
Rompe el sol al oeste de los Campos del Triunfo de Granada. La franja violácea clarea y se vuelve cada vez más clara, brillante.
La madera de la siniestra máquina adquiere tonos limpios cuando los rayos del sol iluminan su estructura. El metal del tornillo refulge. El tipo que lo viene manejando desde hace un tiempo lo revisa, meticuloso. Gira el tornillo y la pieza se desliza con suavidad. Todo está listo. En nada recibirá a un nuevo invitado de cuya vida no quedarán más que suspiros previos, temblores, sudores fríos y algún que otro grito. En esta ocasión es invitada. La detuvieron meses atrás, en marzo. Por alborotadora. Ella dijo que no, pero no la creyeron. Huele a montaje, a que la quieren utilizar para que hable, que diga quién o quiénes. Personas que conoce. Liberales, mala gente para las autoridades. Otros dicen que es por culpa de un desamor; que no ha querido corresponder a alguien importante. A un alcalde del crimen, una especie de juez. A modo de venganza. El verdugo quiere estar seguro y acciona de nuevo el tornillo del garrote vil, que gira con mecánica frialdad. Funciona. Listo para dar pasaporte a Mariana Pineda, que fue ajusticiada tal que hoy hace 184 años.
De lo demás, este 26 de mayo tampoco ofrece mucho más que resaltar. Alguna operación de la Segunda Guerra Mundial ―1940. ’Operación Dinamo’, 23:30, Dunkerke― para evacuar fuerzas francés e inglesas que han quedado atrapadas ante los alemanes, y cuya única escapatoria es el mar; la coronación del último Zar, Nicolás II, hace 121 años, que no quiso serlo, ni tampoco se le preparó para ello. En 1917 lo destituyeron y arrestaron, y un año después los bolcheviques le pegaron unos cuantos tiros. A él y a su familia. El pack completo; y la entrada de los ‘Cien Mil Hijos de San Luis’ en Madrid al mando del duque de Angulema, de la que hoy se cumplen 192 años, para acabar con las veleidades liberales, el ejército constitucional y la resistencia de sus partidarios liberales. Y Fernando VII, tan contento. Muerto el perro, se acabó la rabia. El liberalismo y demás. Vuelta a los viejos tiempos absolutistas. A lo que le gustaba, que para eso era rey. El peor que conoció este país. Y con diferencia.
Y dos nacimientos: el de Julio de Médici hace 537 años, que en 1523 fue nombrado Papa Clemente VII, y que no pudo acabar con la Reforma Protestante que prendió en Alemania, ni tampoco mediar entre Francisco I de Francia y Carlos I de España y V de Alemania, siempre a la greña. Dos peligroso en el mismo corral que era Europa. No le tocaron buenas cartas, desde luego; y el de John Wayne, en 1907, hace 108 años. Pegó tiros en el cine a diestro y siniestro y por ello le dieron dos Oscar, en 1949 y 1969.
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