Deberes de verano…en familia
Por Clara Cordero , 23 julio, 2014
By Ben Moore
Llevamos ya unos días de vacaciones escolares y todos los años nos surge el hecho del exceso de ociosidad de nuestros niños. Aparecen entonces los susodichos «deberes de verano».
Por si no habían tenido suficiente con más de ocho horas diarias de trabajo, donde se han esforzado, amargado, estresado y devanado los sesos en un intento por aprobar todo, y cuando digo todo, suelen ser contenidos vacíos de significado para ellos, puramente teóricos que una vez vomitan olvidan, ahora resulta que aprueben o no todavía tienen que seguir durante su período de descanso.
Las vacaciones están para disfrutarlas, para salir de la rutina, para olvidar el estrés, para hacer otras cosas. La cuestión es que no sólo los maestros acompañan la lista de libros de texto del curso siguiente con alguna recomendación para el verano, como repaso para que no olviden, las sumas, las tablas de multiplicar, el inglés…sino que, incluso, muchos padres, necesitan ese material para ocupar a sus hijos que vagan libremente por toda la casa «sin nada que hacer», más que jugar, aburrirse, divertirse,…
Obviamente, estoy resultando irónica. Las vacaciones son justo para todo eso que he mencionado. No pensemos que por dejar de escribir en espacios en blanco de un libro de texto «vacacional» van a olvidar aquello que de verdad han aprendido. Y, si resulta que no recuerdan como son las tablas más bien será que no las aprendió bien, no que las haya olvidado.
Durante el verano podemos ofrecer a nuestros hijos un montón de actividades que también les ayudan a aprender, pero divirtiéndose.
Desde luego, resulta mucho más motivador y relajante repasar las sumas jugando una partida familiar al parchís o repasar conocimiento del medio y estructuras arquitectónicas fabricando nuestra propia muralla de arena de playa, o cueva, isla, acantilado, o donde la imaginación nos lleve.
Aprovechemos ese cambio de aires, ya sea playa o montaña, e involucrémonos como padres en este tipo de actividades. También nosotros necesitamos descansar y olvidar por un rato nuestra vida real. Hay que lanzarse al agua y jugar al balón mano, sacar todos esos juegos de mesa que han acumulado polvo a lo largo de los años y descubrir quien es el asesino del Cluedo (aprenderán como construir su propia estrategia para el juego), quien sabe más de cultura general con un Trivial Pursuit o quien tiene un talento excepcional moldeando figuras o esculturas de arena. Podemos empezar un diario de campo investigando, igualmente la naturaleza, y sorprendernos al comprobar que nuestros hijos saben más que nosotros de los sonidos que realizan las aves, de cómo son las hojas de los distintos árboles o del tipo de fauna que podemos encontrar en nuestros campos y bosques.
El verano también es tiempo de manualidades. Y no por ello, o por utilizar esa palabra, quiero hacer pensar que resulta algo inane o fútil. Más bien al contrario, la expresión plástica o de otro tipo resulta especialmente indicada para desarrollar nuevos talentos. Desde la fabricación de jabones caseros, hasta el reciclaje de papel aprendemos a desarrollar nuestros sentidos en algo que habitualmente tenemos hecho. Y no hace falta complicarse la vida para ello, venden kits facilitos para todas las edades muy económicos.
Y, por supuesto, no olvidemos la tecnología en nuestro camino. Porque de los viajes vacacionales pueden surgir verdaderas obras de arte, ya sea en modo álbum fotográfico, vídeo o corto familiar o en la creación de nuevos juegos y aplicaciones.
Cómo veis es tan sencillo dar un vuelco a sus vidas y a las vuestras, cambiar de aires por unos días y recuperar con motivación y aliento toda la energía que el estrés del curso les ha acarreado.
Ahora sólo queda una cosa,
¡Disfrutar!
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