Diez razones para no votar en las próximas elecciones europeas.
Por Carlos Almira , 14 marzo, 2014
La esencia de la democracia es el respeto al otro. Lo que sigue, por lo tanto, es una opinión personal que no tiene por qué ser compartida por los lectores. Pretende sustraerse a la vieja dialéctica amigo/enemigo. El autor espera que sea leído como una simple reflexión, sin otra aspiración que tratar de explicar, y explicarse, acerca de por qué él no irá a votar esta vez.
1) El voto, en un sistema político no democrático, no cumple la función de expresar la soberanía popular sino la de legitimar al poder establecido, aun cuando el procedimiento electoral sea limpio y abierto.
2) En un sistema político no democrático el voto no obliga a los gobernantes a cumplir con la voluntad de la mayoría, expresada en las urnas, a desarrollar unas políticas u otras.
3) En un sistema político plebiscitario no democrático, los gobernados carecen de instrumentos legales y pacíficos para cambiar al gobierno, por ejemplo cuando éste no cumple el programa electoral con el que ha ganado las elecciones.
4) En un sistema político no democrático los gobernantes no son iguales que los gobernados ante las leyes, aunque éstas sea formalmente las mismas, porque no existe una división de poderes o ésta es una ficción tan imperfecta, que reserva para aquéllos amplios espacios de impunidad.
5) El voto, en un sistema político no democrático, fomenta en la sociedad civil una cultura política y unos valores contrarios a la democracia, y que obstaculizan su advenimiento.
6) En un sistema político no democrático el ciudadano no elige a los gobernantes, sino que se limita a ratificar a los candidatos elegidos previamente por otros, ya sea la cúpula de un partido, ya los afiliados mediante un procedimiento plebiscitario.
7) Por lo anterior, en tal sistema el voto no obliga al candidato a cumplir con sus electores sino con la organización que lo ha seleccionado, a la que se debe (por ejemplo, en la disciplina de voto).
8) Los Estados europeos que presentan candidatos a las presentes elecciones no
Parlamento Europeo
tienen, hoy por hoy, sistemas democráticos: son Estados de Partidos con diferentes grados de desarrollo plebiscitario. No cumplen con los requisitos mínimos de una democracia, a saber: a) la elección por los gobernados de los gobernantes, y su capacidad real para influir en sus políticas y para removerlos por medios legales y pacíficos; b) la división e independencia efectiva de los tres poderes del Estado (en especial del Poder Judicial), y la consiguiente igualdad de gobernados y gobernantes ante las Leyes, base del Estado de Derecho; c) la promoción de una cultura y unos valores democráticos en la sociedad civil.
9) Como consecuencia de lo anterior, las actuales normas, funcionamiento e instituciones de la Unión Europea no son democráticas sino oligárquicas. Cada voto, sea del signo que sea, legitima y refuerza esta realidad, tanto a nivel europeo como al nivel de los Estados miembros.
10) Por todo esto, y en pro de una cultura, unos valores y una práctica democrática, que pudieran abrirse paso algún día tanto en España como en Europa, creo que no debo votar esta vez a ninguna de las opciones que se presentan, ni depositar mi voto en blanco. Si hay algo de verdad en estas reflexiones, un no voto activo será plenamente coherente con una crítica razonable y constructiva de la realidad, realidad a la que no contribuye a sostener.
Lo que en mi opinión está en juego hoy, en las condiciones presentes, tanto en estas elecciones como en las que vendrán después en cada uno de los Estados, no son las políticas de izquierda o derecha, socialdemócratas o liberales, sino el dilema entre sostener el Estado de Partidos o apostar por la Democracia como forma de gobierno y de convivencia social.
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