El Invitado de Nunca Jamás, de José Vaccaro Ruiz
Por José Luis Muñoz , 7 julio, 2014
Este arquitecto barcelonés cosecha del 45, que sabe muchos de chanchullos urbanísticos y políticos, ha dejado de ser un recién llegado al género negro para convertirse en un conspicuo creador de tramas y atmósferas turbias. Con cuatro novelas en su haber—Ángeles negros, La Vía Láctea, Catalonia Paradis y Tablas—José Vaccaro Ruíz se inscribe por merecimientos indiscutibles en la corriente hardboiled del género. Sus novelas están llenas de tipejos tan poco recomendables como secuestradores, caníbales y delincuentes sexuales que harían beato a Hanibal Lecter, pero sin perder nunca esa especial ironía—Luego seguiría con Maruja y finalmente con la vieja, en unas tres horas se habría cumplido lo pronosticado en el Génesis: Polvo eres y en polvo te convertirás— sin duda heredada de maestros como Francisco González Ledesma y Manuel Vázquez Montalbán con cuyos Méndez y Pepe Carvalho el protagonista de sus novelas, el conseguidor Juan Jover, tiene mucho que ver: apacible, discreto y bon vivant, la mierda en la que hurga no consigue mancharle.
El invitado de Nunca Jamás juega, en la editorial adecuada, Neverland, con el mito de Peter Pan de J.M. Barrie, un escritor bastante siniestro—el siniestro y desaparecido Michael Jackson era un furibundo seguidor del escritor británico hasta sus últimas consecuencias—y el editor de la misma, J.D. Álvarez, que ha publicado todo lo que encuentra de Barrie y de José Vaccaro Ruiz, ha escrito un prólogo excelente para la novela que edita. Váccaro destripa el cuento infantil, lo adapta a nuestros días y busca como protagonistas de su pesadilla de horror a una madre tan inquietante como la de Anthony Perkins en Psicosis, que no acepta haberse quedado sin su hijo predilecto,y Roberto, el otro menos querido y ninguneado, un veterinario que en sus horas libres secuestra niños que, como en Peter Pan, nunca llegarán a adultos.
Consigue Vaccaro Ruiz remover al lector en su asiento con párrafos de pesadilla—El rigor mortis había empezado y el filo penetraba limpio por ingle, rodillas y codo para desmembrar los brazos y las piernas, después la cabeza y finalmente el tronco—, no rehúye el poder turbador de la violencia explícita, engancha con su trama y crea personajes absolutamente creíbles, aunque sean monstruosos. El lector asiste a la relación entre Juan Jover y su secretaria y amante Puri—Eran pasadas las once cuando pulsó el timbre del piso de Puri con la contraseña acordada, dos toques largos y uno corto, esperó unos segundos, metió la llave y abrió. Era la forma de manifestar que respetaban mutuamente su intimidad, preavisando su llegada—que tiene momentos hilarantes—Por su parte, Puri, dolida, se planteó si realmente valía la pena estar encamada con un tipo que podía ser su padre y una sensibilidad de paquidermo al que, encima, y aparte de roncar por las noches, le crecían pelos en las orejas—que contrastan con la vida en esa tétrica casa mazmorra de la sierra de Collserola que el autor borda describiendo—ahí se nota su profesión de arquitecto—, como borda, porque tiene un oído extraordinario, los creíbles diálogos con los que dibuja sus otros personajes (el Pichabrava, Cerón…), tarea siempre difícil en un escritor, el de escribirlos con una mínima credibilidad, desafío del que sale Vaccaro Ruiz con matrícula cum laude.
Disfrute el lector de la novela, a ser posible, con Macallam en mano—el whisky de cabecera del protagonista y sospecho que de su autor—, y si no se lo puede permitir, lo puede beber virtualmente con los que se mete entre pecho y espalda ese conseguidor Juan Jover que ya tiene larga vida en la historia de la novela negra que se hace en España.
Título: El Invitado de Nunca Jamás
Autor: José Vaccaro Ruiz
Género: negro
Editorial: Neverland Ediciones
ISBN: 978-84-942705-1-2
Páginas: 275
Precio: 20 €
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