El laicismo y el Islam
Por Jesús Cotta , 5 octubre, 2015
El Islam es peligroso para Occidente no por lo que tiene de religión, sino por lo que tiene de ideología. Es religión creer en un solo Dios al que hay que honrar rezando varias veces al día y dando limosna. El sufismo es religión y muy hermosa. Pero es ideología afirmar que toda la Tierra se someterá a un califato sin naciones, que los infieles deben ser convertidos o sometidos como ciudadanos de segunda, que el testimonio de la mujer vale menos que el del hombre. El yihadismo es ideología.
El problema es que en el Islam es difícil separar en la práctica religión de ideología (por ejemplo, la doctrina llamada Taqiya permite al fiel mentir si es para extender el Islam, lo que obedece más bien a un programa político). Por todo ello, convertirse al Islam no es, como sería deseable, creer en un solo Dios providente y amar al enemigo, sino cambiar de cultura, de vestimenta, de hábitos culinarios, asumir un programa político, una utopía islamista para el futuro…
Dicho esto, creo que para Europa el peligro no es la religiosidad del Islam, sino la ideología política que lleva hoy aparejada y que predica la guerra constante contra Occidente y sus valores; y, por ello, el laicismo, que considera que el peligro está en la religión y no en la ideología, no es la mejor manera de afrontar los desafíos del Islam, que son ideológicos. No es peligroso que una persona rece a Dios en la calle como hacen con admirable naturalidad los musulmanes, sino que una persona piense que pegar a su mujer está bien porque lo permite el Corán. Por tanto, no hay que impedir a nadie rezar en la calle, sea quien sea, pero sí que hay que impedir que alguien, sea quien sea, le pegue a su mujer. Esa es mi postura.
Tan inexacto es decir que el Islam no entraña peligro alguno para los valores de Occidente como decir que todo él es incompatible con la modernidad.
El laicismo es un falso camino que solo nos conduce a la pérdida de la libertad y los derechos humanos, que son los valores insignia de Europa. No cuenten conmigo si para que nadie lleve pañuelos en la cabeza hay que prohibir que los europeos lleven cruces al pecho y tañan campanas y pongan belenes y estampas de la Macarena donde les plazca cuando les plazca. No me gusta la lógica laicista: la prohibición en aras de la neutralidad, una supuesta tolerancia que no consiste en admitir las diferencias, sino en eliminarlas para que nadie se ofenda.
Entonces, ¿cuál podría ser la solución ante el desafío del Islam? No lo tengo muy claro, pero lo que sí sé es que la solución exige muchas medidas de diferente tipo. Por ejemplo:
a) En vez de rasgarse farisaicamente las vestiduras cada vez que alguien señala una incompatibilidad del Islam con nuestra cultural, hay que decirla alto y claro y apoyar sin fisuras a las pocas pero valientes voces de musulmanes que, sobre todo en Europa, claman por un Islam moderado y libre de esclavitudes ideológicas.
b) Alentar en los países musulmanes la idea de un representante de todos los fieles con el que sea posible dialogar para llevar a cabo la tarea (paulatina y seductora, nunca militar) de empapar los países musulmanes de los valores de libertad, igualdad y fraternidad.
c) Exigir una condena clara y unánime de todas las autoridades musulmanas contra los actos de terrorismo, sean quienes sean las víctimas. Para ello, los países occidentales deben ser los primeros en condenar y combatir el terrorismo en cualquiera de sus manifestaciones.
d) Dejar de pactar y negociar con países que, como Arabia Saudí, alientan y costean el radicalismo y el odio a Occidente en todos los rincones del planeta.
e) No renunciar, en aras de una supuesta neutralidad, a nuestras costumbres y tradiciones, porque con ellas estamos más capacitados como anfitriones para integrar en nuestra cultura a los inmigrantes.En vez de laicismo, más libertad y derechos humanos a toda costa y como sea. No podemos evitar que una mujer se ponga velo en la cabeza, pero sí que podemos castigar y erradicar la ablación, los matrimonios obligados, los asesinatos por honor…
Tengo confianza en que el tiempo y la experiencia harán a los musulmanes conscientes de que objetivamente la mejor manera de vivir, y la que produce más prosperidad, es aquella que blinda los derechos humanos de todos en todo momento, lo que acabará desinflando el yihadismo. Y creo que al Islam le ha faltado Jesucristo, que exaltó las figuras del niño y la mujer y los valores de amor, misericordia, fraternidad, conversión interior y dignidad de la persona, la cual no se hizo para el sábado (es decir, la ley, la tradición, la disciplina, la clase social, las instituciones, el Estado, la verdad, etc), sino al revés. Los derechos humanos han venido de esos valores. Defenderlos dogmáticamente a toda costa es la única esperanza y el mejor servicio que les podemos prestar a nuestros hermanos musulmanes aquí y en sus respectivos países. Y tales derechos no se defienden prohibiendo cosas, sino garantizando que todo lo que hagamos sea libre y respetuoso con la libertad de los demás.
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