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El Llugarón (Villaviciosa): el placer de alojarse en una aldea asturiana en la Comarca de la Sidra
Por Mariano Velasco Escudero , 29 agosto, 2016
Casa de Aldea El Llugarón
Cuentan las crónicas que allá por 1517, año de Nuestro Señor, Carlos I de España arribó a las costas españolas, e hízolo contra pronóstico y por capricho de tormentas y de la bravura del Cantábrico en la ilustre villa de Tazones, perteneciente al concejo de Villaviciosa, hoy una coqueta aldea de pescadores con casitas pintadas de colores y tienditas de abalorios y caprichos en las que el preciado azabache de la zona es el objeto estrella. Muy cerca de aquí comienza también nuestro – si no imperial sí majestuoso – recorrido por la Ría de Villaviciosa encontrando alojamiento, en el margen contrario del estuario, en un acogedor y apacible lugar que bien hubiera satisfecho los deseos y caprichos del emperador: la Casa de Aldea El Llugarón.
Ubicada en un entorno privilegiado a solo cuatro kilómetros de Villaviciosa (conocida en el mundo como “capital de la manzana y de la sidra” y entre sus lugareños simplemente como “la Villa”),Llugarón es en realidad el nombre de una pequeña aldea de una docena de casas rodeadas de laderas de bosques, prados y pomaradas que, sin renunciar apenas a un metro cuadrado de paisaje verde – salvo por las coloridas salpicaduras de hortensias y buganvillas – anuncian en el horizonte la cercana presencia del mar Cantábrico, cuya bravura casi se podría escuchar si no fuera silenciada por el suave rumor del viento sobre las copas de los árboles.
Complejo de casas y apartamentos de El Llugarón
Formado por una imponente casa de alquiler por habitaciones (Llugarón I), dos casas de alquiler íntegro (Llugarón II y Llugarón III) y tres apartamentos, el complejo turístico, que regenta con derroche de hospitalidad Carmen Sela, ocupa prácticamente la mitad de la coqueta aldea, con lo cual quien allí se aloja más que cliente puede llegar a sentirse vecino del pueblo y adquirir por derecho propio la categoría de “paisano”.
Las casas del El Llugarón son todas ellas excelentes ejemplos de arquitectura tradicional asturiana. E independientemente de la espectacularidad y belleza del paisaje que las rodea, rezuman todas y cada una de sus estancias exquisitez, delicadeza y elegancia en la decoración de sus ambientes interiores, fruto del empeño y del buen gusto de su propietaria, quien antes de dedicarse a la hostelería ejerció como profesora de Lengua y Literatura.
Dos edificaciones más a tener en cuenta que no podían faltar en El Llugarón son un magnífico hórreo recién restaurado y convertido en un pequeño museo, y un antiguo llagar que ha estado funcionando hasta
El hórreo de El Llugarón
hace bien poco y que hoy se conserva en perfecto estado para explicar al visitante cómo es el proceso de elaboración tradicional de la sidra y unas cuantas curiosidades de ese mundo tan particular que es aquí el de este producto, como lo es el del vino en otras regiones de España.
Ya desde la Edad Media aparecen datos referidos al consumo y elaboración de sidra en Asturias, y más concretamente en esta “comarca de la sidra” donde, en el siglo XIII, los tradicionales árboles frutales – naranjas y limoneros – no resistieron la competencia de la región levantina y fueron sustituidos por las pomaradas.
El otoño es la época propicia si se quiere asistir a la “pañada” o recogida de la manzana, proceso que tradicionalmente se hace en familia. La fruta se recoge en sacos y se conduce al llagar para su destino final, la “mayada” o elaboración de la bebida (prensado y fermentación en barril) a la espera de la “espicha”, la fiesta que reúne en el llagar a familiares y a amigos para degustar la primera sidra retirando el pequeño tapón del tonel. Expresiones como “ta cantarina”, “tien buen palu” o “fai ben vasu” darán testimonio de la calidad del producto obtenido.
La Ría de Villaviciosa
Sin tener que alejarnos demasiado de nuestro cómodo alojamiento, serpenteando por el margen este de la Ría de Villaviciosa nos espera en su desembocadura, a no más de 12 kilómetros, la magnífica Playa de Rodiles, un extenso arenal de más de un kilómetro de longitud rodeado de pinos y eucaliptos en el que disfrutaremos del Cantábrico en todo su esplendor. Y si buscamos más tranquilidad y las mareas se prestan, mirando en dirección sur se accede a la más sosegada Playa de Misiegu, en las calmadas aguas del que es uno de los estuarios mejor conservados de la costa asturiana.
Playa de Rodiles
Si optamos por seguir zigzagueando, pero esta vez por el margen oeste de la ría, llegaremos hasta El Puntal, donde es más que recomendable una parada para, además de disfrutar de su pequeña playa, comerse una buena paella en el Restaurante el Moreno, junto al puerto, o unas sabrosas andaricas, que es como se conoce a las nécoras por estos lares.
De vuelta a Villaviciosa, es recomendable visitar el mercadillo, estipulado los miércoles desde el siglo XIV por el rey Alfonso de Castilla. En la plaza de abastos todavía hoy podremos encontrar a gentes de la aldea que bajan a “la Villa” a vender sus productos (huevos, patatas, fabes, hortalizas, chorizos o dulces caseros).
Con algo más de tiempo, y desplazándonos hacia el este – conviene tener en cuenta la rápida y cómoda comunicación entre los principales municipios costeros que ofrece la Autovía del Cantábrico – merece la pena llegarse hasta el bonito y pintoresco pueblo de Lastres, con su coqueta playa y las magníficas vistas que ofrece el Mirador de San Roque, desde el que se disfruta de la belleza paisajística de la Sierra del Sueve.
Vistas desde el Mirador de San Roque (Lastres)
De regreso a El Llugarón descubriremos con agrado que la casa nos depara una última sorpresa: el placer de descansar de la jornada en sus salones disfrutando de las vistas del valle y de la lectura de cualesquiera de los muchos y variados ejuemplares de su biblioteca, que a buen seguro la propietaria sabrá recomendarnos sabia y gustosamente.
Mariano Velasco.
Licenciado en Filología y Master en Periodismo por la UAM/El País, posee larga experiencia en medios de comunicación, gabinetes de prensa y promoción turística y cultural. Su pasión por la escritura le lleva a tocar todos los palos, desde la política internacional hasta los viajes y la literatura. Escribe sobre teatro y música en CULTURAMAS, y últimamente le ha entrado también el gusanillo de la literatura infantil y ha publicado dos números de la Colección Deslenguados: “Don Gerundio en el Bosque de la Prosa” y "Don Gerundio y la montaña rusa del lenguaje" (Ed. Talentura). Actualmente trabaja en próximos números de la colección y anda metido en una novela, pero vete tú a saber... Su último proyecto es la creación de En plan noticias (https:///enplannoticias.com), un periódico online dirigido a jóvenes de entre 12 y 18 años que ofrece información de actualidad de forma amena, didáctica y divertida.
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