El último baile de Patrick. One last dance. 2003
Por Francisco Collado , 22 octubre, 2022
El tiempo va pasando para todos. Transcurre irremisiblemente, sin piedad, sin empatía. Para los artistas, el castigo es aún mayor. Los músicos acusan pérdida de precisión en articulaciones, la voz envejece. Pero no hay una dimensión donde la pérdida sea tan perceptible para los practicantes como el mundo de la danza. One Last Dance (Lisa Niemi. 2003) es una propuesta hecha con amor a este arte sobre unos bailarines envejecidos que tratan de recobrar el tiempo perdido. Uno está lesionado (Patrick Swaize). Los tres habían abandonado el mundo de la danza. Se han alejado de su pasión principal. Uno regenta una cadena de gimnasios, otro imparte seminarios escolares y la bailarina actúa en una compañía retro de vodevil.
McGrath’s Without a Word fue una coreografía que intentaron hace siete años antes y de la cual no guardan buenos recuerdos. Les afectó emocionalmente y nunca llego a realizarse, convirtiéndose en esa Ítaca soñada a la que nunca terminas de arribar. Regresan a la danza en una edad conflictiva para este arte dinámico que solicita tremendas exigencias. La búsqueda de la pura alegría que les proporcionaba la danza es el objetivo de los tres bailarines, redescubrir esa intensidad, aunque sea brevemente. Uno de los aciertos de un guión melodramático e incomodo, es acercarse a este mundo desde una perspectiva interna. Esto lo reviste de autenticidad emocional y sinceridad ¿Realmente suceden los milagros?
Recuperar el escenario con la misma coreografía que destrozó sus vidas es un riesgo enorme, el filo del abismo. Pero si funciona, también lleva una enorme recompensa. Las viejas heridas se abren. No han sanado emocionalmente. La coreografía es lo mejor del film, el guión gira alrededor de lo que el espectador va a ver en el epílogo. Si el nivel de los diálogos y la expresión de emociones hubieran estado a la altura del baile final, hubiera sido un film mucho más intenso y certero. Quizás el problema haya sido el síndrome de artista del Renacimiento que encarna Lisa Niemi que baila, produce, dirige y escribe el guión. Verdaderamente es imposible brillar al mismo tiempo en campos tan disímiles y complicados. Por encima de todo queda un espectáculo hecho con amor a la danza, hecho con el corazón y lleno de pasión.
La banda sonora está compuesta por obras de Marvin Young, Aaron Kernis, Eric Bulling o Carl Orff.
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