Eres lo que publicas
Por Silvia Pato , 14 mayo, 2014
Eres lo que publicas es el acertado nombre de una campaña mexicana, dedicada a promover un uso adecuado de las redes sociales, ganadora del Premio de la Cumbre Mundial de la Juventud en su sexta edición. Desde que esta iniciativa vio la luz hace un año ha ido contando con gran cantidad de apoyos; sin embargo, tanto sus conferencias, videos y un libro al alcance de todos, de descarga gratuita, desde la propia web del proyecto, no parece que todavía hayan tenido la suficiente difusión.
Eres lo que publicas pone el foco sobre un problema que va creciendo de forma exponencial a medida que aumentan los internautas. A estas alturas de una tecnología que de nueva tiene ya poco, parece absurdo que todavía haya que seguir insistiendo y educando para conseguir un uso responsable de las redes sociales, pero no lo es.
No podemos olvidar que, aunque la tecnología en seguida sea considerada antigua u obsoleta, se mueve a una velocidad mucho mayor que nosotros; va más rápido que las generaciones, que nuestras décadas de vida y que los usos y costumbres sociales, lo que facilita convertir en un problema algo que no debería de serlo, al encontrarnos entre aquellos que crecieron sin ella y ahora minimizan tanto su importancia como sus riesgos, y aquellos que, habiendo nacido con ella, y sin contar con la experiencia de las generaciones anteriores en su utilización, hacen un uso irresponsable de la misma a causa de una absoluta, y muchas veces ingenua, inconsciencia.
¿Recuerdan cuando, de adolescentes, decían a sus madres aquello de «no pasa nada»? La sabiduría de sus años respondía con seguridad: «Sí, no pasa nada hasta que pasa». Tal vez, deberíamos repetírnoslo.
Cuando desde todas las pantallas nos dicen que somos exclusivamente una imagen y la publicidad sentencia que lo que nos define es la ropa, deberíamos recordar que somos lo que publicamos, pero también lo que decidimos no publicar. Ese tuit que escribimos nos define, pero también nos define aquello que apreciamos tanto como para mantenerlo en nuestra intimidad.
Podemos hacernos idea del perfil de alguien a través de lo que escribe, muestra y comparte en las redes sociales, así como por lo que, por unos u otros motivos, omite compartir. Somos bastante más que una autofoto, aunque empieza a resultar preocupante que muchos parezcan olvidarlo. Quien usa las redes sociales para suplir, consciente o inconscientemente, sus carencias emocionales se convierte en una mentira, y corre el riesgo de acabar creyendo que esa imagen idealizada, sesgada y falsamente alabada por centenares de «amigos» en el Facebook, es real.
No existen las fórmulas perfectas pero sí hay unas pautas infalibles para andar por la vida, ya sea real o digital: sensatez, sinceridad, educación, precaución y respeto.
No caigan en la tentación de mentir, ni de correr inútiles riesgos, no hace falta, después de todo, la realidad siempre supera a la ficción.
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