Ferreras, periodismo basura
Por José Luis Muñoz , 15 julio, 2022
No es nada nuevo, pero sí preocupante, la incidencia que tienen determinados medios de comunicación, por llamarlos de algún modo, en el devenir político de nuestro país, de su influencia decisiva en los procesos electorales con campañas planificadas. Se han convertido la mayor parte de ellos en correa de transmisión de la derecha más ultramontana y se hacen eco de los bulos y mentiras que se fabrican a diario para laminar a los partidos de izquierda.
No hace mucho, uno de los directores de El País, ese diario que un día fue un referente democrático y ahora es referente de la nada más absoluta, confesó sus oscuras maquinaciones para frustrar el primer gobierno progresista de coalición de España. Ese sujeto, que responde al nombre de Antonio Caño, confesó que puso toda la carne en el asador para evitar que Podemos entrara en el gobierno de izquierdas. El director, además de escribir editoriales contra ese pacto, depuró periodistas que abogaban en sentido contrario y actuó como censor. Lo hizo por el bien de España, dijo en su confesión. Miedo me dan los patriotas de hojalata. En Antena 3 Vicente Vallés rompe con la deontología periodística al infiltrar en las noticias de los telediarios que presenta, que deben de ser neutrales, opiniones políticas: las suyas.
Las conversaciones filtradas de Villarejo, ese siniestro comisario que estuvo reinando en las cloacas del estado durante decenios y era una grabadora con patas, desvelan cómo esa derecha ultramontana instalada en el PP maniobró durante muchos años contra UP y su ingenuo líder Pablo Iglesias (un hijo de puta, en labios de la deslenguada María Dolores de Cospedal, que iría a continuación a confesarse por tamaño insulto con su traje negro y peineta de penitente), cómo con la ayuda de un tipejo que dirige un libelo que se llama OK Diario, orquestó una serie de infamias contra el líder morado de la que se hizo eco ese personaje detestable que reina en la Sexta llamado Antonio G. Ferreras y es tan repulsivo a nivel ideológico como el del libelo al que mantiene en plantilla a pesar de sus muchas condenas y saberse que es un ventilador de basura mediática con cero credibilidad. Ferreras, el impostor por antonomasia, que pone un énfasis desmedido en cualquier chorrada que sale por su boca, como si se fuera a acabar el mundo, y anda subido en el euro, viste, encima, piel de progre cuando no es más que un comparsa de la derecha más extrema. Por suerte, la credibilidad de ese tipo, que se cree periodista y es un insensato propagador de bulos, está por los suelos y no espero otra cosa que ver su cabeza rodar, en sentido metafórico, claro. Bien harían los tertulianos decentes que se pasan por ARV dejarlo solo con los suyos, los televidentes apagar el aparato en cuanto salga su cara y firmar para que lo echen de esa cadena por periodista indigno.
El frente de la derecha, que se alimenta con ese periodismo basura del que Ferreras, Inda y Marhuenda son adalides incontestables, tiene valiosos aliados en la judicatura de la caverna. ¿Cómo se explica que se abran nada menos que veinte causas judiciales contra Podemos, veinte, debidamente publicitadas en todos los medios afines a la derecha, y todas se archiven porque realmente no hay pruebas de nada en ellas? ¿Quiénes son esos jueces, supuestamente prevaricadores, que abren causas, para perjudicar a determinados partidos políticos o personajes, sin ningún fundamento, ya que todas se cierran? ¿No deberían sufrir una sanción ejemplar o es que esos togados, que forman un búnker ultraderechista, son tan intocables como el bendito Emérito?
Cuando Pablo Iglesias, vicepresidente del gobierno, tachó a España como democracia imperfecta muchos fueron los que se le echaron encima y no precisamente afines al PP o a Vox. Desengañémonos todos los que en algún momento de la vida soñamos con un mundo mejor y un cambio de sistema. La izquierda, en el supuesto de que este gobierno socialdemócrata pueda ser digno de dicha denominación, podrá tener el gobierno pero jamás el poder. El poder está en las corporaciones, en el IBEX 35, en los medios de comunicación que no son otra cosa que de desinformación, en un sistema judicial corrupto heredado del franquismo y en una clase política que no se ha desprendido todavía de su tufo fascistoide aunque cosméticamente cambie de líder. Con buenas maneras, desde el sistema democrático tal como está constituido, no se asaltan los cielos sino que se baja a los infiernos.
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