Física Familiar de Jon Bilbao: la cotidianidad neo-fantástica
Por Anna María Iglesia , 30 julio, 2014
Por Anna Maria Iglesia
@AnnaMIglesia
Lo fantástico, comentaba en 1978 Julio Cortázar a lo largo de una conversación con Ernesto González Bermejo, “es algo muy simple, que puede suceder en plena realidad cotidiana, en este mediodía de sol, ahora entre usted y yo, o en el Metro, mientras usted venía a este rendez vous”. Mencionando tan sólo dos de sus más memorables relatos –El Perseguidor y Autopista al Sur-, el autor de Rayuela parafraseaba el concepto, por aquellos años todavía apenas perfilado, de “neofantástico” teorizado por Jaime Alazraki a partir de la narrativa de Borges y de Cortázar: “Se parte de un código realista (o, en rigor, casualista) paraavanzar luego hacia niveles que pueden parecer irreales o fantásticos si los vemos desde un orden realista, pero cuya función es trascender ese orde orden para instituir un orden nuevo que contiene al anterior, pero que también se sitúa por encima de él”. Lo fantástico, siguiendo la teorización de Alazraki, rompe la dinámica causa-efecto y rompiendo esta lógica casualística rompe también la lógica que, sin embargo, había impregnado el género fantástico hasta inicios del siglo XX. Lo extraño deja de tener explicación: ¿qué es lo que toma la casa bonaoerense compartida por los dos hermanos? ¿por qué los dos jóvenes escapan de su casa tomada sin aparente asombro alguno? Lo fantástico no sólo deja de tener explicación, sino que, como decía el propio Julio Cortázar, invade la cotidianidad, desaparece la dicotomía realidad/fantástico porque, en palabras del propio autor, lo fantástico “es algo excepcional” que, sin embargo, ya “no tiene porqué diferenciarse en sus manifestaciones de esta realidad que nos envuelve”.
Enmarcado por la crítica, a lo largo de su más que notable carrera literaria, dentro del género científico o del terror, Jon Bilbao nos propone en Física Familiar –publicado en Salto de Página, una editorial para tener presente- una serie de relatos que pueden ser leídos a partir del concepto de neofantástico esgrimido por Alazraki. En los diez relatos que componen Física familiar, Bilbao recrea, casi a modo costumbrista, escenas y anécdotas, aparentemente triviales, de la vida familiar y cotidiana de una serie de protagonistas: la relación de un padre recién viudo y su hijo pequeño, las relaciones de pareja, la pérdida de un padre anciano y la recuperación de la memoria y de los espacios perdidos por el transcurrir del tiempo, las mentiras en las relaciones, los amores desgastados o los amores resistentes incluso a las imperfecciones son algunos de los temas en los que Bilbao se adentra a través de sus relatos, todos ellos marcados por la indefinición, por un halo de misterio y de extrañeza que transgiversa y pone en entredicho en naturalismo estilísitco y formal a partir del cual son escritos. Bilbao enmarca, como ya mencionado, los distintos temas en un ámbito familiar, entendiendo el concepto de “familiar” en su doble acepción: familiar en cuanto a la relación de los personajes y familiar en cuanto reconocible por y para el lector. Sin embargo, sus relatos transgreden lo familiar de su comprensión para así romper con el horizonte de espectativas del lector y, a la vez, para introducir lo fantástico o, todavía más apropiado, lo Unheimlich freudiano, no muy acertadamente traducido como “siniestro”. En efecto, Bilbao plantea a través de sus relatos la misma ambivalencia que planteaba Freud en su análisis del conceptp heimlich, que en su primera acepción significa “propio de la casa, no extraño, familiar, dócil, íntimo, confidencial”, mientras que en la segunda acepción indica aquello “secreto, oculto”. Curiosamente, la segunda acepción, de la que derivan nuevos conceptos vinculados con el misterio y la magia, corresponde con unheimlich, antónimo de la primera acepción: es decir, lo no familiar, lo extraño es, a la vez, lo misterioso o, como señaló Schelling, es “todo lo que, debiendo permanecer secreto, oculto…no obstante, se ha manifestado”. Lo secreto, aquello que no puede saberse, lo extraño o lo inesperado se introduce en los relatos alterando la linealidad vital de sus personajes o modificando su ángulo de mirada. En los relatos de Bilbao, lo fantástico se esconde tras la máscara de lo imprevisible, de lo inesperado o de lo ilógico, no se trata nunca de un objeto concreto, puesto que, como el propio autor señalaba hace algunas semanas en la entrevista que le realizó Paula Corroto, si el terror o la extrañeza “residiera en el objeto, sería muy fácil anular la inquietud porque no tienes más que quitar el objeto, pero si la inquietud reside en la mirada, si retiras el objeto, la mirada va a buscar algo más que llenar de significado, y ese algo puede ser ridículo y cotidiano”.
Con sus relatos, Jon Bilbao abre interrogantes, pero nunca llega a cerrarlos: a través de ellos el autor busca indagar en las relaciones familiares, unas relaciones marcadas, en más de una ocasión, por la violencia o la incomprensión, unas relaciones que, por el estrecho grado de intimidad, ponen en evidencia la contradictoria naturaleza humana, imposible de condensar en un único concepto, imposible de no aprehender sino en su contradictoriedad e, incluso, en su negatividad: “La familia, aunque habitualmente se asocia con relaciones positivas, no es así”, le comentaba Bilbao a Paula Corroto, “en la familia se puede sacar lo peor de nosotros mismos. Y me interesa hasta dónde se pueden tensar las relaciones de la familia hasta que uno dice, basta, ya no puedo seguir con esto”. Con Física Familiar, Jon Bilbao no sólo consigue observar la tensión que se crea en las relaciones familiares, sino que a través de esta observación dibuja los distintos rostros de la naturaleza humana, cada personaje se convierte cubísticamente en un fragmento de una naturaleza humana compleja y nunca nítida. Lo verdaderamente fantástico, decía Cortázar, reside “en su resonancia de pulsación, de latido sobrecogedor de un corazón ajeno al nuestro, de un orden que puede usarnos en cualquier momento para uno de sus mosaicos, arrancándonos de la rutina para ponernos un lápiz o un cincel en la mano”; Jon Bilbao, con sus relatos de Física Familiar, nos arranca de la rutina, desconstruye nuestra mirada de las cosas, asomándonos a una realidad más real donde la ambigüedad es el golpeteo constante que nos recuerda que tras el velo de la apariencia hay una naturaleza compleja que, como diría Julio Cortázar, “arrima el hombro para sacarnos de quicio”.
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