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Hikikomori: ¿la pandemia del futuro?

Por Anna Genovés , 10 septiembre, 2014

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Hikikomori es un término japonés que define a las personas –mayoritariamente jóvenes— que se autoexcluyen de la sociedad. A menudo, el grado de confinamiento es tan intenso que puede acabar en violencia extrema o suicidio. El origen apunta a una falta de comunicación entre adolescentes y en la rigidez de la sociedad japonesa. Si bien el vocablo fue acuñado por el Dr. Saito Tamaki en 1998. Es un fenómeno social que se ha extendido a nivel mundial y que encierra diferentes estadios transgresivos de quienes lo padecen. Podemos hablar de una manifestación insólita, la cual, se ha convertido en cotidiana y que amenaza en convertirse en una pandemia futura.

En occidente,  la tónica general se localiza en personas con fobia social  y problemas de ansiedad. Pero el origen in situ estaría  en la agorafobia, aunque el  trastorno de  la evitación o timidez extrema se asocia a toda la patología de la fobia en sí. Lo que provoca la pérdida de habilidades sociales y una confusión de premisas morales necesarias para la convivencia social. Siendo la TV, los comics y/o libros, los vídeojuegos, redes sociales, móviles y un largo etcétera tecnológico; el único contacto real con el mundo exterior. Estos individuos se ciñen a la ficción de un lugar incierto, que puede llegar a convertirse en su única realidad. Un ostracismo alimentado por las sociedades del bienestar. Sobre el tema, existen diversos referentes tanto en la literatura como en la pantalla grande:

Con precedente –cuasi visionario— tendríamos la novela: El sol desnudo  de Isaac Asimov (1957). Lo que nos lleva a la conclusión; que pese a ser algo muy candente, la realidad de está patología está desarrollada en los humanos hace más tiempo del imaginable por la ciencia.

Uno de los estadios, lo ocupan los denominados solteros parásitos. Donde se incluyen a esos y esas singles que viven con sus padres eternamente. Quizás por un toque PeterPaniano (necesitan que los cuiden de por vida) o porque son incapaces de conseguir una vida confortable por sí solos. Desde mi punto de vista, son equiparables a nuestros ninis Made in Spain. No olvidemos que los hikikomori comienzan a aislarse de jóvenes, y, muchos de ellos llegan a la edad adulta encerrados en su caparazón. Otros, afortunadamente, se rehabilitan.

Llegados a este punto, me pregunto si esta evidencia social no tiene un componente apático implícito. Es decir, no puedo o no quiero estudiar. Tampoco encuentro trabajo, mis amigos de dan la espalda y yo me deprimo: quedándome en casa. ¿Haciendo qué? Lo mencionado con toda la tecnología punta a mi alcance (bienes de lujo). Esto conlleva a un aumento en la edades que esos jóvenes alcanzan el matrimonio –dando por hecho, el proceso de rehabilitación—, con el correspondientes daños colaterales en las tasas de natalidad. Por ejemplo, países del entorno de la UE como España, Italia, Grecia  Rumanía o Bulgaria… Los jóvenes viven con sus padres teniendo ellos mismos hijos. Algo que sucede hasta a la cuarta generación.

Está claro, que no todos los solitarios acaban recluidos in extremis. Puede que una de las características del S.XXI, sea la sensación de sentirnos todos un poco hikikomori.

Domo arigato, amigos.

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