Incultura de masas
Por Guillermina Royo-Villanova , 5 febrero, 2014
Durante una jornada en colaboración con la Plataforma en Defensa de la Cultura surgió el tema del teatro donde la subida de impuestos fue especialmente devastadora. Recién clausuradas las representaciones de Carlota y Tierra de Nadie, dos estilos muy diferentes de teatro detectivesco, teatro de invierno, teatro de toses….me pregunto si el miedo escénico se refiere al futuro del arte escénico. Carlota con una estupenda Carmen Maura como actriz principal, nos trajo el humor y la ironía de Miguel Mihura, una comedia que parodia la clásica investigación de Scotland Yard, el humor inglés en manos del humorismo de la Otra Generación del 27; nada que ver con Tierra de Nadie, la obra maestra del Nobel Harold Pinter representada en torno a un mueble bar; dos poetas embriagados en busca del sentido último de la poesía y de los caminos del poeta, donde el detective es el público. La actitud de un poeta ante la vida puede ser muy discutida, la ambigüedad que cada lírico mantiene con el modelo de conducta social, la duda sobre nuestra real y verdadera identidad nos suspende en el absurdo existencial, pero no hace falta llegar a este extremo ni ser investigador para darse cuenta del maltrato que sufre la Cultura y el Arte; a cualquier gobierno que haya tenido el tiempo suficiente para pervertirse no le interesa un pueblo culto. Les aseguro que es tan posible ampliar el presupuesto de Cultura como aguantarse la tos en el teatro, al principio pica un poco y lloran los ojos pero luego se pasa. Hasta el pasado siglo el arma más eficaz para controlar al pueblo era el miedo, ahora lo tienen claro, un pueblo desinformado, es decir, cuya información está intencionadamente manipulada, está privado de opinión o de las armas necesarias para defenderla. Recordando la novela de Ray Bradbury, Farenheitgh 451, temperatura a la que arde el papel y en consecuencia mis anhelos, invito a la lucha por impedir la quema, porque más allá de la Alta Cultura estamos hablando de una identidad, de la indiosincrasia y personalidad de los españoles.
Si el arte libera las almas, no sea esta una generación en la que la total falta de ayuda por parte de las administraciones públicas nos convierta en presos por indolentes. La libertad al fin y al cabo como la esperanza, debería ser lo último que se pierde para no quedar a expensas de otras circunstancias. Aniquilemos la diferencia entre vida y arte y no representemos el papel que se nos ha asignado convirtiéndonos en una marioneta más del gran teatro del mundo. Sí, la vida es puro teatro, pero elijamos nuestro papel para fumárnosla a gusto.
Anda que…
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