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La ira de los ángeles, de John Connolly

Por José Luis Muñoz , 24 noviembre, 2014

la ira de los ángeles portadaSigue el irlandés John Connolly (Dublín, 1968) aferrado a su fórmula de introducir elementos fantásticos próximos al satanismo dentro de sus novelas en su serie protagonizada por el singular detective Charlie Parker (Todo lo que muere, El poder de las tinieblas, Perfil asesino, El camino blanco, El ángel negro, Los atormentados, Los hombres de la guadaña, Los amantes, Voces que susurran, Más allá del espejo y Cuervos) que tan buen resultado le ha dado y por el que se le puede definir como un discípulo de Stephen King.

La ira de los ángeles gira en torno al descubrimiento de un avión siniestrado en los bosques de Maine, Estados Unidos, en cuyo interior no se encuentra ningún cadáver y que esconde algún tipo de secreto. Atraídos por el misterio que el hallazgo suscita acuden el detective Charlie Parker, una psicópata asesina y el asesino en serie conocido como El Coleccionista.

No acaba de funcionar la hibridación de géneros, imbricar el fantástico sobre el negro, con una cierta prevalencia del primero sobre el segundo, y las excesivas ramificaciones argumentales lastran la coherencia narrativa del relato que se hace confuso para el lector. Tampoco aparecen bien trazados los personajes de la novela, a excepción de Charlie Parker —Yo había arrebatado muchas vidas. Había matado, una y otra vez, con la esperanza de aligerar mi dolor, y en lugar de eso lo había avivado—, por cuanto el lector no acaba de verlos encarnados en ningún momento, y eso a pasar de algunas brillantes descripciones de ellos. —Sin embargo, sorprendentemente, Davie Cover medró en el ejército, en gran medida porque lo asignaron a un destacamento carcelario, y por consiguiente casi todo su tiempo vestido de uniforme lo dedicaba a atormentar a hombres semidesnudos golpeándolos, o asándolos, o congelándolos, o meándose en su comida. — Y no consigue John Connolly inquietarnos, y menos aterrorizarnos, a lo largo de las 428 páginas de su novela, algo que casi siempre consigue con creces Stephen King.

Acierta John Connolly en la potente escritura de alguno de sus párrafos—Deseé abalanzarme sobre él por restar importancia a las muertes de mi mujer y mi hija. Deseé agarrarlo por el cuello y apretar, aporrearlo hasta que sólo quedara una máscara de sangre. Deseé meter un arma en la boca a sus matones, sus soldados religiosos, y verlos encogerse. Si aquellos a quienes había considerado aliados estaban dispuestos a encañonarme con sus armas, no necesitaba enemigos—, en descripciones, algunas muy brillantes —Lambton Everett IV era la desdicha personificada, un hombre que nunca había poseído una prenda de vestir que le quedara bien. Eso se debía en parte a que su cuerpo tenía unas proporciones tan dispares que sólo la ropa a medida podría haber acomodado sus extremidades sin que se le viera un calcetín o quedara un antebrazo a la vista casi hasta el codo. Las camisas colgaban de él como velas deshinchadas en un mástil, y sus trajes parecían robados a los muertos al azar—pero erra en la ilación de los acontecimientos de una novela que falla en lo fundamental, atrapar la atención del lector, llevarlo a su camino y ofrecerle una historia coherente.

Título: The Wrath of Angels
Autor: John Connolly
Género: thriller fantástico
Editorial: Tusquets
ISBN: 978-84-8383-894-5
Páginas: 428
Precio: 12,34 €

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