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La mala feminista

Por Beatriz Obeso , 3 octubre, 2016

En esta ocasión, me gustaría sumarme a la gran cantidad de artículos que han surgido en torno al polémico spot “Patria”, protagonizado por la actriz Amarna Miller, especialmente a la dura respuesta por parte de Barbijaputa y el gran análisis que hace Clara Serra. Es más que probable que todo cuanto tengo decir sobre este particular asunto ya haya sido reflejado en muchos otros artículos, sin embargo me gustaría hacer énfasis en el punto en el que de verdad yo encuentro el problema: la idea de la mala feminista.
Desgraciadamente, a Amarna Miller se la han comido en las redes sociales desde que salió el spot (hecho que, como ella ya ha destacado, no ocurrió el año pasado con el spot protagonizado por Nacho Vidal). Cierto, ha habido mucha gente que ha expresado su apoyo y agrado ante el spot, entre las que se encuentra una servidora, sin embargo destaca la gran cantidad de mujeres que se han sentido decepcionadas y ofendidas ante la posición de Amarna en el spot, y destaca que todas y cada una de las críticas que ha recibido han sido “tú que te haces llamar feminista”, “supuesta feminista”, idea que explora Barbijaputa en su duro artículo que dirige directamente a Amarna (aunque creo que cabría destacar que hay mucha más gente detrás del spot como para dirigir todos los reproches a una sola persona), donde básicamente le dice a la actriz que flaco favor nos está haciendo a las mujeres si se llama feminista y defiende sus ideas sobre el sexo y el deseo sexual que suelen ser representadas en la industria del porno.
Porno y feminismo es un tema extremadamente interesante, que sin duda alguna puede ser explorado en una infinidad de artículos, sin embargo lo que en especial me escama de toda esta situación es por qué hay esa gran cantidad de mujeres que se han sentido en la potestad de decir quién o qué es feminista y lo que no. He de decir que me sorprendió, y no de manera grata, que Barbi, quién siempre es partidaria de la inclusión dentro del espectro del feminismo, no dudase ni un segundo en lanzar a Amarna, y por ende a todo aquel que comparta sus ideas, a los lobos, dejando muy claro que la actriz está equivocada aunque ella no lo sepa, y que todo lo que dice en nombre del feminismo mejor que se lo piense dos veces. El problema reside en intentar homogeneizar la idea del feminismo, cuando es un espectro que comprende a individuos muy diversos, y es algo contra lo que debemos luchar activamente, ya que precisamente por esta intención homogeneizante se ha dejado fuera y aún todavía se sigue dejando fuera a las mujeres negras, o las mujeres trans, poniendo dos ejemplos sólo. No se puede designar un portavoz del feminismo ya que no podría representar a todos los individuos acogidos dentro del feminismo, entonces por qué hay esa obsesión en dotarlo de límites fijos y hacerlo doctrina que pueda dictar tan fácilmente lo que vale y lo que no vale.
Esta situación ya por sí sola es preocupante, y más aún si tenemos en cuenta que es la causa principal de las brechas que hay dentro del propio feminismo, pero en este preciso caso en el que además se está decidiendo tan ligeramente quién es o no feminista por la naturaleza de sus deseos sexuales, ya me parece alarmante. Alarmante en verdad, teniendo en cuenta que, a día de hoy, uno de los frentes de lucha abiertos más importante que tienen las mujeres es el de ser dueñas de su propia sexualidad y sus deseos sexuales, por lo que hemos sido insultadas y humilladas dentro del heteropatriarcado, así pues que suponga una brecha y una lucha igual de grande entre las propias mujeres la naturaleza de ciertos deseos sexuales, hasta el punto de decir que si te parece correcto adoptar cualquier posición de sumisión dentro del sexo no eres feminista, estás equivocado y lo que es peor que te puedan decir que eso está mal y estás dañando a otras mujeres es algo que no debemos pasar por alto. Si reivindicamos la libertad sexual, nuestra decisión y nuestro propio papel dentro de la sexualidad, me resulta ilógico poner los límites que definan que es lo correcto y lo que no lo es dentro de esa supuesta “libertad”. Cierto es que, como dice Clara Serra en su artículo “Me gusta ser una zorra”, el porno es un producto más del heteropatriarcado de una sociedad capitalista, hay un público mayoritario con unos deseos x a los que satisfacer, sin embargo, deberíamos pensar lo productivo que resultaría para nuestra sociedad si en vez de criticar y estigmatizar a aquellas mujeres y hombres que sintiesen representado su deseo sexual en la actual industria del porno, lo aceptásemos como una representación de un deseo sexual específico y nos centrásemos también en expandir los límites del porno para que así fuese representativo de todos los colectivos, de todos los deseos sexuales sin fetichizarlos ni clasificarlos. Una expansión que fomentase la inclusión, frente a la estigmatización de ciertos deseos sexuales que lo único que hace es reforzar el sexo como tema tabú imposibilitando la educación de la sociedad. Si es entonces así, qué mejor manera de llevar a cabo esta tarea, que hacerla desde dentro de la propia industria, como Amarna Miller.
Estamos tratando un tema complejo que genera una gran cantidad de opiniones muy diversas, y en este punto, el feminismo siempre debe fomentar el debate, es por ello que callar la opinión o desacreditar a una mujer llamándola “no feminista”, sigue el mismo principio de todas aquellas personas que pretenden quitarnos nuestro derecho a luchar por nosotras llamándonos “feminazis”.

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