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LA MOVIOLA VALIOSA: LOS OSCARS. EL CINE, LA PEDREA y EL PLATO DE LENTEJAS…

Por Marta Alicia Fra Melián , 25 febrero, 2015

LA MOVIOLA VALIOSA: LOS OSCARS. EL CINE, LA PEDREA y EL PLATO DE LENTEJAS…

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Un año más de Oscars. Welcome to Hollywood!! Platón con su idealismo y su “mito de la caverna” nos metió nuevamente en tanto laberinto académico. ¡Y sobrevivimos! ¡Bendito cine!

Muchas veces cuesta entender y aguantar el humor americano, porque no lo somos, y su manera de “montar” sus espectáculos. Seamos algo más respetuosos, plurales y tolerantes con quienes ríen y se divierten distinto. No existe UN humor ni UNA alegría, sino EL humor y LA alegría festivamente manifestada de infinitas formas. No tenemos el patrimonio ni la clave de ello. No somos dueños del humor. Menos aún frente a una sociedad e industria como la americana que ha parido genialidades como Billy Wilder, Woody Allen, los hermanos Marx, el Gordo y el Flaco ¡¡y vaya si seguimos!! ¡¡Si el serio y solemne Buster Keaton era un payaso y hasta Greta Garbo rió a carcajadas!! Dicho esto, la ceremonia fue soporífera, sí, y siempre con “más de lo mismo y los mismos”, pero digiramos eso con algo más de “diplomacia estomacal” y “continencia lengual” a la hora de vomitar tantas críticas ¿siempre tan “objetivas”?…

 

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Si nos seguís en “La Moviola Valiosa” sabréis que estamos felices del Oscar a Julianne Moore. Hollywood acostumbra pagar bastante tarde ciertas deudas o no las paga nunca. Esta vez no pasó de una de las actrices más creíbles que tiene el cine. La Academia ya hizo ¡tantos “feos” a tanta gente! ¡Cuán compleja, y hasta patológica, es la identidad, opciones y modus operandi de esa institución! ¡Cuánto de lobby, manipuleos, “pesos pesados” de dentro y fuera del cine, la guían, devoran y descuartizan! Escudriñar, descifrar, entender, aguantar, sus enigmas mentales y conductuales, es tarea ímproba. Una telaraña infinita.  Y el cine sigue sobreviviendo “a pesar de”…

Julianne Moore se impone por lo que es y por su talento. Nunca se ha “casado” con nadie. Es una de las actrices menos al estilo Hollywood, en su profesionalidad y en su vida privada, día a día. No va de “estrellato”. Dicen que éste era su año. Nos asombra esta apreciación: contemplando toda su filmografía aparece siempre como una actriz que lo pone y deja todo, hasta visceralmente, en papeles protagónicos o secundarios. Nunca escatima. Pero junto a eso goza de una virtud que pocos/as tienen: el manejo del “time” interpretativo. Actúa como una “balanza”. Sabe “caminar” en el “filo de la navaja”, en drama y en comedia. Sabe cómo ser, cómo interpretar, en “clic” cada personaje que le ha tocado. Jamás recarga sus interpretaciones ni sobreactúa. Va al todo o nada pero sin desmadrarse, con perfecto equilibrio, sobriedad, contención, sutilezas, registros, naturalidad, sin mohines ni tics ni caricaturas… Y en Siempre Alice halla una corona a esa virtud interpretativa.

Eddie Redmayne mejor actor. Lo hizo excelente, pero está a infinitos km. de Daniel Day Lewis. Las comparaciones son odiosas, pero la brillante transformación e interpretación de Redmayne nos acerca y sensibiliza a Hawkins sin conmovernos, “tocarnos”, sin dejarnos mudos. Es bastante monocorde y “físico” en todos sus matices y registros, no logra la intensidad del camaleónico actor de Mi pie izquierdo. Además, seguimos viendo a Redmayne interpretando a Hawkins: no “vemos” ni “tocamos” a Hawkins. Y ello sí logra siempre Day Lewis en sus personajes: desaparece totalmente él, sin dejar ningún rastro de sí,  y ES ese personaje. Son las perfectas sutilezas de los GRANDES actores/trices. Felicitaciones, pero aún debe recorrer mucho camino para acreditar ese Oscar.

 

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Una vez más, la Academia premiando estos papeles. Como decía nuestra madre: “Hay gusto para todo y todos” agregando: “Es como un plato de lentejas. Lo comes o lo dejas”. Cuestión de gustos. Pero eso no define la CALIDAD ni el NIVEL. Por ello concluimos, una vez más, que la Academia premia BASTANTE subjetivamente. ¡¡Menos mal que existen los Festivales, el cine independiente (indie) y tanta OTRA producción cinematográfica en todas partes del mundo!! Y en ellos sí se COMPITE, aunque el término –al hablar de ARTE- no nos gusta. Y, nuevamente, la Academia premia a los “raros”, sufrientes, etcs… No tenemos nada en contra de tanta gente martirizada por tanto sufrimiento en la Historia y el Mundo, pero ¿cuándo premiarán también, y con asiduidad, a la gente “común y corriente”, “normal”, a los actores que actúan naturalmente –“a lo Spencer Tracy”-, a la cotidianeidad…?… ¿Por qué siempre los “extremos” de la condición humana?… ¿No hay otra clase de gente y de vidas para interpretar y premiar?… ¿Es que no hay nada de eso suficientemente potable y premiable?… Entramos así en lo espinoso de David vs. Goliat… Y desde ello nos abrimos a  Boywood Birdman

La “cosa” tiene sus “aristas”. Es un prisma bastante complicado y fanganoso. Se mueven en el llamado cine de autor y de creación y producción independiente. Pero hay ciertos acertados “temores”, porque la Academia es muy bien conocida ya, de un “enamoramiento” ahora de estos cineastas de México (Cuarón, Del Toro, González Iñárritu) como redentores y/o innovadores del cine, sobre todo el de Hollywood. Luego acaban en el “Sistema”. Birdman es un “artefacto” cinematográfico extraordinario en creatividad de guión, en fotografía y en dirección de intérpretes. Irrumpe como aire fresco, nuevo, y con trasfondos temáticos en la pantalla, que nos hace disfrutar y pensar. Michael Keaton merecía ese Oscar tanto, o más, que Redmayne. Birdman nos exige muchos visionados. No basta con una vez. Es recreativa pero exigente para el espectador.

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Boywood, como pasó otras veces con tantas otras GRANDES, fue la castigada, despreciada, olvidada, marginada. Patricia Arquette, quién sino ella, se merecía ese Oscar. Porque “madre hay una sola” y porque sus méritos interpretativos, en un film TAN sencillamente complejo y hondo, iluminan de talento la pantalla. De casta familiar de actores/trices, de generaciones, ve fecundada tanta herencia. Y ello pone en cuestión lo del Actor/triz secundario/a, categoría que se llama realmente: Supporting best actor/tress. Ellos son quienes hacen de SOPORTE, AGUANTE y SOLIDEZ a los PRINCIPALES. Y con esto ya lo decimos todo. Habría mucho para escribir sobre ello, ¿verdad?… Boyhood no merecía sólo ese Oscar. El film es un “diamante en bruto”, una cebolla: tiene capas y capas de las que se desprende mucho jugo. Lo de Linklater es prodigioso, por su perseverancia en una idea y proyecto, por su originalidad y creatividad. Por ponernos a todos, en la pantalla, desnudos frente al misterio del tiempo y de la vida, y hacerlo bellamente, con la imagen y el sonido que sólo el cine puede regalarnos. Pensamos, sentimos y vivimos con su film. Y lo hace con el más valioso ingrediente, que nos retrotrae a la esencia del lenguaje audiovisual: la NATURALIDAD y LA VIDA COMO MISTERIO DE COTIDIANEIDAD. Sin discursos ni extravagancias ni golpes bajos ni sensiblerías ni “rarezas” ni efectismos. Quizás todo esto es algo que TANTO le cuesta entender, “leer”, contemplar y premiar a la Academia de Hollywood. Porque no es espectáculo ni evento. Es la maravillosa fantasía del viaje del misterio de la existencia humana. Un cine así invita al cine a salir de la “plantilla”, de la “horma”. Producciones como éstas pueden salvar al cine, por sus historias irresistibles, desafiantes, retadoras, contadoras de mejores historias. El cine es “maquinaria fabuladora” y, cuanto más fantástica sea, más realista, cercana, posible y natural, debe ser. Sino no hay “cuento”, no hay historia a la que todo Hombre  pueda acceder en su casa, en el “nido” de su hogar, desde su sofá y corazón. Todos somos “voyeurs” porque a todos nos inquieta “ir más allá”… ¡Gracias Linklater y Boywood!…

 

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J.K. Simmons con su Oscar no nos sorprendió. Cúspide hollywoodense a tanto talento trabajado en años, silenciosa y desapercibidamente. Por eso fue uno de los grandes momentos que generó lágrimas y puso en pie a ese Auditorio.

El gran Hotel Budapest: pieza “tic-tac” artística, de guión, personajes y todos los etcs. que puede crear el genial Wes Anderson cosechó sus merecidos Oscars. ¡Genio! Al igual que la pequeña-grande Whiplash. Estos Oscars permitieron colarse al cine independiente y se atrevieron hasta a premiarlo.

 

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Constatamos también fuertes reivindicaciones de la esencia de la condición humana: raciales (Selma) y femeninas, con Patricia Arquette y las muchas “supporting” que la avalaban. ¡Bendita Katharine Hepburn: contempla cuántas hijas pariste! Hollywood es Hollywood, pero las “chicas” no quieren dejar de “llevar pantalones” y “pipas”. La campaña previa: “Ask her more” (pregúntale a ella más) resultó en estos Oscars. No sólo pasarela, co protagonista “de”, pareja “de”. Mujer “florero”. ¡Adelante, WOMEN!

Acabamos: ¡los caballeros nos tirarán los trastos a la cabeza!…

Nuevamente, para variar, esa noche algunos marcharon tristes y rabiosos. Esta vez hasta le tocó a Clint Eastwood y con una GRAN película. La PEDREA fue cayendo así, en gotero y repartiendo bastante suerte. No hay premios para todos y siempre hay injusticias y “olvidos”…

Seguiremos amando ese universo creado en la pantalla y en nuestro ojo, pero esperando tiempos y vientos mejores también. ¡”Nadie es perfecto”!…

 

 

 

Hasta la próxima, amigos.

 

 

Marta Fra Melián.

 

 

 

 

 

 

 

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