La seguridad como pretexto para el ordeño

El diseño de la administración, se supone, está pensado para garantizar derechos a los ciudadanos y optimizar la prestación de servicios. Sin embargo, en España sufrimos una avalancha de normativas estúpidas o decididamente nocivas que no garantizan otra cosa que nos ea el cobro de tasas y el desarrollo de toda una selva de intereses que asfixian a cualquiera que se atreva a producir algo.

Empezando pro la ITV de los vehículos y terminando pro la ITV de los edificios, la idea es común: exigir revisiones que cuestan un dinero de modo que quien hace la revisión y extiende el certificado quede exento de toda responsabilidad. O dicho de otro modo: que te cobre, pero te cobre por nada.

Si al salir de la ITV del coche te matas porque fallaron los frenos, ¿es responsable la ITV? No.
Si nada más pasar la revisión de edificio se te cae la casa encima porque tenía un fallo estructural, ¿es responsable civil o penal el arquitecto que la acaba de firmar? No.

Si comes un filete en mal estado, ¿es responsable el veterinario que firmó la cartilla sanitaria?, ¿lo es el técnico del frigorífico donde se conservó? No. Ninguno de ellos.

Los sellos, los certificados, los marchamos y los ISO no son más que maneras retorcidas de generar administración parasitaria en torno a los pocos que aún se dedican a la economía productiva. Eso, y lo que es peor: incentivos para pasarse a la economía sumergida, sonde ni te inspeccionan, ni te exigen ni te molestan.

O regresamos al sentido común, donde el valor añadido se genera produciendo o comercializando bienes y servicios, o nunca saldremos de esta crisis, surgida también y sobre todo del exceso de tontería y del exceso de papel de fumar consumido en sujetársela al ir al baño.