Las dos caras de enero, de Hossein Amini
Por José Luis Muñoz , 19 junio, 2014
Hacer una película mala inspirada en una novela de Patricia Highsmith es algo que ningún director de cine ha conseguido. Es tal la extraordinaria pericia narrativa de la maestra norteamericana del género negro psicológico, su maestría en crear personajes, su dominio del suspense y el halo de ambigüedad moral que flota en sus narraciones, que muy negado tiene que ser el director que se ponga tras la cámara con un argumento suyo para pifiarla. Podemos citar la película de Alfred Hitchcock Extraños en un tren, No beses a un extraño de Robert Sparr, la paródica Tira a mamá del tren de Danny DeVito, A pleno sol de René Clement, El talento de Mr. Ripley de Anthony Minghella, Mr. Ripley el regreso de Roger Spottiswoode, El amigo americano de Wim Wenders, El juego de Ripley de Liliana Cavani, Le Meurtrier de Claude Autant-Lara, Dile que te amo de Claude Miller, La celda de cristal de Hans W. Geibendörfer, Mar de fondo de Michel Deville, El grito de la lechuza de Claude Chabrol y un largo etcétera de adaptaciones más o menos brillantes.
Las dos caras de enero ya había sido llevada al cine anteriormente en 1985 por los directores alemanes Wolfgang Storch y Gabriele Zerhau. Hossein Amini, un director iraní, guionista, entre otras películas, de Shanghai y Drive, debuta en la dirección con esta novela de Patricia Highsmith y lo hace apostando por el clasicismo hitchcockniano al que ayuda la extraordinaria banda sonora del español Alberto Iglesias, uno de los mejores compositores de música de cine del mundo, y la brillante fotografía de Marcel Zyskind que resalta luminosos exteriores de Atenas, Creta y Estambul.
Una aparentemente feliz y convencional pareja de americanos formada por Chester MacFarlland (Viggo Mortensen) y su joven y bella esposa Colette (Kirsten Dunts) tropieza durante sus vacaciones en Grecia con Rydal (Oscar Isaac, el protagonista de A propósito de Lewyin Davies de los Coen), un americano que trabaja como guía turístico, pero las apariencias engañan; Rydal, maltratado por su padre (algo que le sucedió a la propia escritora con sus progenitores que intentaron abortarla) es, en realidad, un vividor que malvive de pequeñas trampas a los turistas, y Chester es un estafador que huye de sus víctimas. Cuando el detective Paul Vittorio (David Warshofsky) descubre a Chester en el hotel de Atenas en donde se aloja, todo se complica extraordinariamente para los tres que se ven arrastrados, a su pesar, por la vorágine de acontecimientos encadenados.
Pivota el film del iraní Hossein Amini sobre esos dos personajes turbios que son Chester y Rydal, fundamentalmente—Colette se encargará de poner la tensión sexual entre ellos—, enfrentados a lo largo de la película pero que se necesitan el uno al otro, como los protagonistas de Extraños en un tren que intercambian sus crímenes, y entre los que llega a establecerse una especie de relación paterno filial desde que Chester conoce, husmeando en el diario de Rydal, la tormentosa relación de éste con su progenitor. Rydal, como el Ripley de El talento de Mr. Ripley, queda subyugado por la aparente riqueza de Chester y por todo su boato, ve en él una presa a esquilmar sin saber que va a acabar convirtiéndose en su víctima. En ese mundo de apariencias, en el que ninguno de los tres protagonistas es quien dice ser y hasta cambian de identidad, se confrontan el gran y el pequeño delincuente inmersos en una pesadilla de tintes de tragedia griega de la que ninguno de ellos puede escapar.
No arriesga un ápice Hossein Amini en su debut como realizador. Se limita a seguir su férreo guion, en utilizar algunos de los trucos del maestro del suspense sin rubor alguno—la larga secuencia del aeropuerto de Atenas, con los policías acechando, parece sacada de sus películas—; tiene la habilidad de hacer verosímil lo que sin duda no lo es—la irrupción del detective Paul Vittorio en la suite que ocupan Chester y Colette—, y mantiene sin desfallecer en ningún momento el ritmo ascendente de la película contando con la colaboración imprescindible de un trío de actores protagonistas, especialmente Viggo Mortensen, absolutamente convincentes, y glamurosa la pareja que forma éste con la germano estadounidense Kirsten Dunts.
Un thriller con muy buena factura y muy entretenido, que podía haber sido dirigido por Anthony Minghella—en los títulos de crédito consta un agradecimiento al desaparecido director y su hijo Max figura como productor delegado—pero que no logra atrapar la ambigüedad moral de sus personajes, marca de la casa de Patricia Highsmith: la novelista norteamericana era mucho más corrosiva, ácida y cínica de lo que es Hossein Amini.
Título original: The Two Faces of January
País: Reino Unido
Año de producción: 2014
Duración: 96 minutos
Director: Hossein Amini
Estreno en España: 13/06/2014
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