Manual de italiano I
Por Paloma Rodera , 5 junio, 2014
Siempre que estoy en Italia de algún modo me siento en casa, al menos en la casa de un pariente cercano. Recuerdo la final de fútbol España-Italia que tuve la oportunidad de ver el el Circo Mássimo de Roma. Como buena patriota, siemre que se trata de cuestiones deportivas, el deseo estaba puesto en que ganase España. Incluso adiviné en resultado, sin mucho aprecio entre los italianos que me rodeaban. Pero uno pensaba en la posibilidad de no ganar y no importaba, se encogía de hombros y pensaba, «al menos gana Italia» como una forma de decir que todo queda en casa.
Es cierto que nuestros idiomas son parecidos, en otros países hasta nos confunden, no será la primera vez que en Inglaterra me han creído italiana. También hay una historia común con el Sur en la ocupación española. Las costumbres y maneras de entender la vida son bastante iguales ¿tendrá algo que ver el clima y el sol del Mediterráneo?
Sin embargo hay ciertas diferencias. Las primeras de horario, comen cuando algunos en España estamos haciendo un desayuno tardío. A propósito de éste, si bien se les otorga la cultura del café por excelencia, nadie sabe hacerlo y beberlo como ellos, no tienen una cultura de desayuno. Quiero decir café bebido y basta. Nada de pan con aceite y tomate. Eso sí, la gastronomía y las conversaciones entorno a ella son envidiables. Recuerdo que una de las cosas que más me impresionó de las primeras veces que me relacionaba con italianos era las horas y horas que podían pasar jóvenes intercambiando recetas y hablando de comida. En cuanto a los horarios que apuntaba antes ocurre que siguen la vida solar, por ello comen por la mañana y cenan por la tarde; y casi que duermen cuando cae el sol. Al final es fácil acostumbrarse a poder hacer compras tempranas cuando uno se levanta pronto.
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