Mi voto
Por José Luis Muñoz , 14 diciembre, 2015
Voy a dar mi voto a quien tiene alma, a pesar de sus muchos defectos, no por ellos, sino por sus virtudes, que no encuentro en otros candidatos.
Voy a votarle porque él y los suyos son los hijos de las plazas, del 15 M, los indignados y las mareas, un movimiento revolucionario que salió de la calle, se extendió por el mundo y me insufló esperanza en que se podía mejorar este país con su entusiasmo y ganas de mejorar las cosas.
Voy a votarle aun sabiendo que, después de una campaña demoledora de los medios (los mismos que lo auparon para laminar al decadente PSOE y se asustaron del monstruo creado, intentaron destruirle y no pudieron) va a ser difícil que entre en la Moncloa, pero no imposible: soñemos.
Voy a votarle a pesar de que le reproché, por escrito, su soberbia y orgullo por poner palos en las ruedas a una gran y potente fuerza de izquierdas que necesita este país aunando esfuerzos con Alberto Garzón, otro buen y honrado dirigente.
Voy a votarle presuponiendo, aunque no lo explicite, que hará todo lo posible para que libre a España de esta pesadilla que ha sido el gobierno de Mariano Rajoy con sus mentiras, incumplimientos sistemáticos, sus recortes sociales y económicos, su retroceso social y cultural, su autoritarismo hijo del franquismo y su putrefacta corrupción.
Voy a votarle para que, en caso de no ganar, haya una oposición con cara y ojos que fiscalice la acción del ejecutivo y sea capaz de arrinconarlo, cosa que no ha hecho la oposición del PSOE en esta legislatura con un gobierno acorralado por la corrupción que ha llegado hasta su máximo representante (los famosos sobresueldos denunciado por Bárcenas que cobraron buena parte de los dirigentes del PP, entre ellos Mariano Rajoy, y que nadie ha llevado a los tribunales para que se investigue su veracidad y su procedencia).
Voy a votarle a pesar de haber laminado parte de su programa, virándolo hacia la moderación, con la intención de pescar el voto de centro, y haya errado en su cálculo porque ha perdido buena parte del apoyo que contaba de esa España de izquierdas, harta de la pobreza y sumisión a que nos ha llevado este gobierno.
Voy a votarle a pesar de haber abandonado la lucha en la calle por la lucha parlamentaria, cuando ambas son compatibles y se retroalimentan.
Voy a votarle a pesar de esas amistades peligrosas que han tenido en Venezuela, de las que se han desvinculado demasiado tarde y sobre las que no dieron explicaciones suficientes o lo hicieron mal, y por haber unido su suerte a Tsipras, un dirigente que traicionó el mandato del pueblo griego.
Voy a votarle porque el PSOE es un partido sin dirigentes (el relevo de Pedro Sánchez es infinitamente peor) y en bancarrota que no ha sabido hacer oposición y es, en parte responsable, de que el Partido Popular, pese a todo, tenga esa expectativa de voto.
Voy a votarle porque no creo en las encuestas, o me producen una profunda desconfianza porque se pueden manipular en uno u otro sentido y según quién las pague.
Voy a votarle, sobre todo, por mis hijos y mi nieta, para que no tengan que irse de este país a buscarse un futuro mejor en otro, y porque creo que un cambio progresista, no una revolución, es posible.
Soñemos porque a veces los sueños se cumplen. Podemos.
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