Hay un gran potencial desaprovechado de empleo en los mayores de 55 años
Por José Julián Martín , 25 febrero, 2016
Sergi Jiménez, Pilar García y Judit Vall de Fedea han pesentado un estudio sobre las posibles restricciones a la participación laboral de los mayores por motivos de salud. En él, argumentan que existe un gran potencial desaprovechado de empleo en la población de cincuenta y cinco a sesenta y nueve años de edad.
La cuestión es muy relevante dentro de la creciente preocupación sobre la sostenibilidad de los sistemas de Seguridad Social debido al envejecimiento de la población en los países desarrollados. El problema es particularmente acuciante en el caso español dado que nuestro país tiene una de las tasas de fecundidad más bajas de Europa a la par que una de las esperanzas de vida al nacer más altas (82,5 años en 2012), que además muestra una rápida tendencia al alza.
En este contexto, uno de los márgenes disponibles para mejorar la sostenibilidad de los sistemas públicos de pensiones manteniendo en la medida de lo posible sus prestaciones y/o los niveles de consumo consiste en el alargamiento de la vida laboral de los individuos, bien aumentando la edad legal de jubilación o bien haciendo compatible el cobro de la pensión con el mantenimiento de algún tipo de actividad laboral remunerada. Una condición necesaria para que esta estrategia sea factible, sin embargo, es que el estado de salud de los mayores sea lo suficientemente bueno como para permitir al grueso de ellos mantener niveles de actividad superiores a los que se observan actualmente.
Los autores del estudio abordan esta cuestión utilizando datos españoles y dos metodologías alternativas. Las conclusiones de ambos análisis son similares: hay un gran potencial desaprovechado de empleo en la población de cincuenta y cinco a sesenta y nueve años de edad. En particular, se estima una capacidad adicional de trabajo de 7.1 años en promedio en el rango de edad 55-69. El margen existente para incrementar las tasas de actividad aumenta con el grupo de edad y con el nivel educativo.
Así pues, concluyen los autores, la salud no sería un obstáculo para un alargamiento de las vidas laborales que podría contribuir a suavizar significativamente los ajustes necesarios del sistema de pensiones ante una demografía adversa.
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