Rapaces: un trazo de esperanza literaria en un autor diferente
Por Redacción , 1 diciembre, 2014
Un año después de la publicación por el sello madrileño Izana Editores de la novela Los días de “Lenín”, su autor, Ignacio González Orozco, acaba de presentar su nueva obra narrativa, por cierto de contundente título: Rapaces. Esta vez, la publicación ha corrido a cargo de Moixonia Edicions, de Palma de Mallorca.
Los días de “Lenín” se desarrollaba en la sierra segoviana; Rapaces, en la comarca del Migjorn, al sur de Mallorca. Paisajes muy diferentes pero hábilmente incardinados en dos narraciones muy diferentes en cuanto a su estructura, si bien relacionadas por algunas claves comunes.
Para empezar hay cierto nexo argumental: las dos novelas están relacionadas con la Guerra Civil española. Los días de “Lenín” de modo sustancial, pues transcurre en las jornadas inmediatamente anteriores y posteriores al inicio del conflicto. Por su parte, Rapaces se sirve de esas mismas fechas de 1936 para ambientar uno de los episodios que la integran, puesto que la novela se construye con escenas separadas en el tiempo, pero que afluyen a la historia como las caras imprescindibles de un prisma. Así mismo, la trama principal de Rapaces se desarrolla en un período de tiempo, el franquismo, que surgió como consecuencia de aquella conmoción política y social.
Otras situaciones narradas tienen lugar en el siglo XVII, durante la persecución contra el bandolerismo en Mallorca; en 1895, cuando la última guerra de Cuba; en los últimos tiempos de la monarquía de Alfonso XIII, tras la guerra de Marruecos; y a principios del siglo XXI, dimensión cronológica desde la que nos habla el protagonista, un ornitólogo que ha pasado la mayor parte de su vida dedicado al estudio de una legendaria rapaz, el Falco rex. Mientras prepara su memoria de ingreso en una institución académica de la isla, el científico rememora los trágicos y sorpresivos sucesos que le tocó vivir hace décadas, en el año 1970 y en una pequeña aldea mallorquina; los mismos eventos que cambiaron para siempre su vida y que sirven de cedazo donde recoger y fundir todo el caudal narrativo que afluye a la historia desde diferentes épocas.
González Orozco muestra un estilo caracterizado por la cuidada estructura narrativa, así como por el trato que otorga a la definición de los personajes y al ritmo de la acción, un concepto que nos trae de nuevo los valores que en muchas ocasiones quedan diluidos en la literatura contemporánea, y que constituyen un nuevo rasgo de parentesco entre Rapaces y su predecesora Los días de “Lenín”. La idea literaria sobre qué debe ser una novela queda así plasmada por el autor como un tributo sin concesiones a estilos perdidos y cuidados formales que creíamos olvidados.
Como parte esencial de este propósito de recuperar componentes primordiales de la literatura, también conviene destacar la capacidad demostrada por González Orozco para otorgar a cada párrafo la importancia que merece. Ninguno queda suelto y ninguno causa interrogantes estilísticos en el lector, pues todos finalizan de forma armoniosa y enlazan con el siguiente sin abismos ni asperezas.
Estamos, por todo ello, ante un autor diferente, que nos ofrece un tipo de novela poco frecuente entre los títulos actuales, con la renovada ilusión de que este género literario recupere lo que nunca debió perder y restaure las esencias que durante mucho tiempo le caracterizaron.
No sería justo terminar esta breve reseña sobre Rapaces sin hacer una referencia a su sello editorial, Moixonia, joven editorial impulsada por Margarita Martorell. Que en estos tiempos de austeridades y silencios una editorial pequeña apueste por autores poco convencionales es un trazo de esperanza que no debemos ignorar, pues seguramente en este tipo de iniciativas se encuentra el futuro de la buena literatura.
Antoni Picazo, escritor y profesor de Historia de la Universitat de les Illes Balears.
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