Romero Barea publica WTBTC: un mundo de violencia, agitación y esperanza.
Por José de María Romero Barea , 18 abril, 2018
«Empecé a leer a PM y lo tuve que dejar. La ficción y yo no somos los mejores amigos. Tendrá que ver con DB, una novela en la que lo histórico da paso a lo imaginado, “esa sensación de extrañeza que nos invade cuando caminamos en sueños por un barrio desconocido”. Los protagonistas de la saga decimonónica LM, en la que DB se basa, de forma explícita o no, V y C, corren a refugiarse en un convento imaginado que tiene la misma dirección (real o imaginaria) que la escuela de DB, en pleno siglo XX: SCM. “Al despertar nos vamos dando cuenta poco a poco de que las calles de ese barrio son idénticas a las que nos son familiares durante el día”.
La rabia, a la que me refería antes, tendrá que ver con el castellano de la traducción de la novela, que no se parece en nada al que escucho en la calle. Se me pone la carne de gallina cuando leo según qué. De dónde este rechazo al español escrito, y si es novelado peor. A lo mejor, el problema es la novelación y no el español, porque según me adentraba en las calles de la ficción tenía la impresión de estar leyendo un libro donde no se entendía nada, y eso que me lo había recomendado T, mi pareja, un profesor de universidad como yo, aunque de literatura francesa, porque, por lo visto, fue un bombazo en Francia cuando se publicó.
Me abría paso, como digo, entre los datos y las minuciosas descripciones del libro de PM y, mientras lo hacía, aumentaba la confusión, la sensación de estar llegando a una serie de imágenes sin palabras que parecían venir de una época olvidada. Parecía estar adentrándome en una ciudad desconcertante, de costumbres extranjeras, con animales peculiares, objetos flotantes, piedras y conchas, motores en miniatura, torres imponentes y escombros, deidades remotas y estatuas, lenguajes indescifrables. La novela (la ciudad) era lugar donde vivir acompañado por extraños, cada uno con su propia historia tácita de lucha y supervivencia en un mundo de violencia, agitación y esperanza.
La acción de DB parece transcurrir en la ciudad de P: los nombres coinciden, pero conforme avanzamos en la lectura, descubrimos que los lugares reales conviven con los imaginarios, los copiados con los inventados. La narración parece fruto de una extraordinaria coincidencia, que ilustra el pasaje de la novela en que PM nos habla de su lectura de la novela decimonónica LM y su interés recurrente en las nociones de pertenencia, en particular la conclusión o la pérdida de la misma. Tal vez porque eso tiene algo que ver con mi propia vida, no estoy seguro, o con el hecho de haber crecido en S, una de las ciudades más aisladas del mundo, situada entre un vasto desierto y un océano aún más vasto, tal vez por haber vivido en un suburbio al norte de S, desprovisto de identidad cultural, un lugar que es una vaga conciencia, sin conexión con patria alguna, tal vez por eso, como digo, DB me pareció un libro empalagoso y absurdo, transnacional y transhistórico, con cartas que pasan de mano en mano, e hijos de padres distintos que jamás se reencuentran.
Más allá de las cuestiones personales, la novela de PM desafía nuestra realidad, nuestras expectativas, lo que exige una reinvención de nuestra pertenencia, pensaba yo mientras abordaba la historia de alguien que desaparece, donde incluso los detalles más básicos de la vida ordinaria son extraños, por no hablar del castellano en que el libro está escrito, quiero decir traducido, algo que es en sí un género literario, una nueva forma narrativa, un idioma inventado. A medida que se juntan las piezas, se reconstruye la vida no sólo de la adolescente DB, sino de sus padres, judíos procedentes de Centroeuropa, que tratan de proteger a su hija internándola en una escuela católica para niñas de clase trabajadora, un lugar llamado SCM, “números 60 y 62 de la calle P (…) situado en la esquina de esa calle con la Estación de R”, colegio que tiene el mismo nombre que el convento en el que se refugian, un siglo antes, los protagonistas de LM, V y C, al que han acudido para refugiarse del pasado lejano y reciente, de la enfermedad, la pobreza, la pérdida y el destierro.
Al tratar de imaginar las circunstancias de la desaparición de la adolescente, lo que era un libro bastante convencional se convierte en una narrativa fragmentaria y sin palabras (y por lo tanto un documento mucho más interesante), que logra capturar un sentimiento de incertidumbre y descubrimiento. Para escribir su novela, PM toma prestado el lenguaje de los archivos, los cuadros y los álbumes de fotos familiares, como si, en realidad, estuviera filmando un documental sobre el silencio. Leyendo DB, se me ocurrió que los álbumes de fotos no son, como creemos, una serie de imágenes que ilustran la historia cronológica de la vida de alguien, sino una fuente de inspiración, al instarnos a llenar sus vacíos silenciosos con nuestra propia historia.»
Extracto de W, primer capitulo de la novela WTBTC (Amargord ediciones, 2018) de José de María Romero Barea (Córdoba, España, 1972) profesor, poeta, narrador, traductor y periodista cultural. https://romerobarea.wordpress.com/ Twitter @JdMRomeroBarea.
La crítica ha dicho de la obra narrativa de Romero Barea:
“… un bello libro muy ambicioso y complejo … una novela escrita desde la poesía, con fragmentos breves y nerviosos cargados de intensidad y significados” (Fernando Iwasaki, prólogo de Hilados Coreografiados).
“… emociones dibujadas con elegancia … universales y eternas”. (Marina Bianchi, número 5 de Duende, Suplemento Cultural de la revista literaria italiana Quaderni Iberoamericani).
“… toda una metafísica, toda una epistemología y una filosofía del lenguaje.” (Leonor María Martínez Serrano, diario Luz de Levante).
“… un complejo rompecabezas poblado por personajes ininteligibles y fluidos, sujetos a una perpetua metamorfosis.” (Rossella Michienzi – Università della Calabria, Revista Quimera).
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