“Sé todos los cuentos” (la importancia de los cuentos en la educación)
Por Anabel Sáiz , 1 abril, 2014
“Titelles de conte” By Ramon de Cal Benido.
Se puede entender la palabra “cuento” desde distintos puntos de vista, porque no siempre la palabra cuento se entiende de forma positiva, como leeremos en el poema que cierra esta reflexión.
Ahora bien, el cuento es un recurso educativo esencial. En infantil y primaria, por ejemplo, se suelen abordar algunos contenidos a partir de cuentos tradicionales. Eso enriquece al niño y le permite entender mejor el mundo que lo rodea.
¿Los cuentos dejan de ser importantes en la adolescencia?
En absoluto, aunque no presentan tanta relevancia –a veces ningún- en la secundaria.
¿Por qué?
El adolescente crea sus propios mitos y, si bien, no suele acudir al cuento clásico, también proyecta sus quimeras, anhelos y miedos en otros horizontes. De ahí que nuestros jóvenes muestren tanto interés por las historias de ciencia ficción, aquellas historias que tienen la fuerza suficiente para crear mundos y atrapar al lector. De ahí que series tan conocidas como Harry Potter, Memorias de Idhún, Crepúsculo o Los juegos del hambre hayan conseguido ser auténticos superventas. Si les preguntamos por qué les interesan estos tipos de historias, las respuestas suelen ser parecidas: “Nos enganchan”, “Los personajes son muy atractivos”, “El tema es apasionante” o… “Nadie nos ha obligado a leerlas”. La mayoría de estas historias han saltado a la gran pantalla y algunas se han comercializado con otros formatos, como el cómic. Ahora bien, no todos los sectores sociales respetan por igual este tipo de lecturas y más de uno puede pensar que no aportan nada. Eso es un error común, en el que, ni padres ni educadores, al menos deberíamos caer.
De alguna manera, simplificando mucho, los cuentos y las lecturas de fantasía de nuestros jóvenes se hermanan en un eje común y es que ambos permiten el crecimiento. No siempre se encuentran las respuestas o las preguntas en el entorno habitual, no siempre se saben cómo compartir las inquietudes. Un niño puede aprender de Caperucita a permanecer alerta o de los tres cerditos el valor del trabajo bien hecho e, incluso, de la Bella Durmiente, puede recoger las bondades la paciencia. Y un joven que, ha dejado atrás estas lecturas, pero no el sentimiento que provocaban en él, busca en Harry Potter, por ejemplo, un personaje que es capaz de superar los obstáculos o en Katniss Everdeen reconoce a una verdadera heroína cuyo único fin es proteger a los suyos. ¿Son estos valores en desuso? No nos lo parece.
La fantasía, la magia y la ilusión son elementos indispensables para favorecer un buen crecimiento emocional de niños y mayores. De ahí acudir a los cuentos o a los relatos de ficción como recurso educativo no sea, en absoluto, descabellado. Es más, corre un riesgo si lo hacemos: puede crear adicción y conseguir que el joven se anime a leer más.
León Felipe, en el espléndido poema “Sé todos los cuentos”, que reproducimos a continuación comentaba otros valores del cuento. Nosotros nos quedamos con el positivo, el que sirve para abrir puertas y desarrollar sensibilidades:
Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre…
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos…
y sé todos los cuentos.
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