Thriller Quinqui
Por Víctor F Correas , 6 marzo, 2014
Mantengo amistad con un escritor atípico, especial si se me permite la calificación. Se llama Paco Gómez Escribano, tiene un par de obras editadas –El círculo alquímico‘ y ‘Al otro lado‘-, ambas centradas en temas que van desde lo esotérico hasta lo paranormal, y ahora se dispone a inaugurar un nuevo género literario, el Thriller Quinqui. Tal cual. Porque Paco es así.
Les aseguro que Paco es único; un tipo al que es difícil asignar etiquetas o calificativos. Paco es como es, y punto. Por eso les recomiendo que le lean. O, mejor aún, que esperen a que vea la luz su nueva obra, ‘Yonqui‘, -se editará allá por el mes de abril-, una inyección de droga urbana que recorre las calles de su Canillejas allá por los años 80. Esa década tan recordada como demonizada se explaya en las páginas de dicha novela con los ojos de quien ha visto caer a muchos compañeros de fatigas; más vencidos que en una guerra, dirá el protagonista de la novela. Sitúense en ese Madrid de comienzos de los 80 y paseen por cualquiera de sus barrios del extrarradio -Vallecas, San Blas, Carabanchel, el mismo Canillejas…-, y verán eso: venas intoxicadas por un mal que, con el tiempo, no distinguirá clases sociales ni el color del dinero; persecuciones con coches a los que el puente daba una vida superflua, lo que durara la carrera; sirlazos aquí y acullá para pagarse la papelina de turno o para remojar el gaznate, seco, duro, tras esquivar a la pasma entre callejones y callejuelas más conocidas que la palma de las mismas manos. Madrid puro y duro, el de la década de los 80. Y eso merecía una novela. O dos, o tres.
Las que quiera Paco, que se atreve con ‘Yonqui‘ a inaugurar un nuevo género, el Thiller Quinqui. Un género, como me confesó en una ocasión delante de unas cañas, que da para mucho; que tiene miles de historias que contar, de amigos, de conocidos, de botellines de Mahou en La Taberna del Suso y de aventuras por las calles de Canillejas, ese barrio que presume de conocer y al que quiere extraer todo el jugo que pueda de su alma.
Filón hay y ganas de contarlo, también. Las que tiene Paco, Paco Gómez Escribano. Un tipo que confiesa sin reparos que ‘no somos ná‘. Y razón no le falta. Por si acaso síganle la pista. Con el tiempo me lo agradecerán.
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