Un día que no existió para morir de pie en lugar de vivir de rodillas
Por Víctor F Correas , 9 octubre, 2015
Siguiendo la senda iniciada el pasado lunes, las muertes que voy a relatar a continuación, los sucesos que me dispongo a narrar y las anécdotas que paso a comentar nunca existieron.
Al menos, para la Iglesia. Sí, el Calendario Gregoriano tiene la culpa. Así que a ver cómo narices os convenzo de que tal que hoy hace cuarenta y ocho años al médico rosarino Ernesto Guevara de la Serna, al que dejamos ayer preso de un destacamento del ejército boliviano, le pegaron un tiro que acabó con su vida. Asesinato que aún no está claro: que si a Ernesto Guevara le mató un suboficial llamado Mario Terán Salazar –extremo que sigue negando el susodicho-; que si antes de morir, y viendo el tembleque que embargaba al soldado, el ‘Che’ llegó a decirle con serenidad y una mirada digna y clara: “Póngase sereno, va a matar usted a un hombre”; que si antes de morir mantuvo una charla con sus captores en la que otro militar, Prado Salmón, pudo confesarle que quizás se habían equivocado con él. Que morir, lo que se dice morir, murió el hombre; su mito sobrevivió y se mantiene vivo para millones de personas que prefieren morir de pie antes que vivir de rodillas.
Otro que se marchó para el otro barrio tal que hoy hace cuarenta y un años fue un industrial y hombre de negocios alemán que durante la Segunda Guerra Mundial salvó a cerca de mil doscientos judíos de ser enviados a los campos de exterminio nazis. ¿Cómo? Les contrató para trabajar en su fábrica de artículos para la Wehrmacht. Y sí, todos sobrevivieron. El tipo se llamó Oscar Schindler, y hace unos años Spielberg le dedicó una película. No merecía menos.
También la palmó tal que hoy hace cincuenta y siete años un papa, Pío XII. Que, a efectos del Calendario Gregoriano, tampoco estará muerto, digo yo; y eso que es de la casa. Un papa, Pacelli, que sigue siendo motivo de controversia y análisis por la intensidad de su reacción ante los crímenes de la Alemania nazi. Ahí queda eso.
Y más muertes. Esta, de traca: la del rey castellano leonés Juan I, que hoy hace seiscientos veinticinco años se subió a un caballo en Alcalá de Henares, se cayó y murió. Sic transit gloria mundi ―así pasa la gloria del mundo, por si alguno anda cojo en latín―. En el haber del infortunado monarca, el fortalecimiento del poder monárquico que desarrolló a lo largo de su reinado y también de la flota castellana, cuya supremacía en el Canal de la Mancha fue patente durante largos años.
Y poquita cosa más. Si acaso, apuntar que hoy hace setenta y cuatro años Franklin D. Roosvelt, presidente de los EE.UU, autorizó el desarrollo y construcción de una bomba atómica. La barra libre estaba servida: inmensas partidas de dinero público se destinaron al proyecto. Partidas de cuya existencia no tuvo constancia el Congreso hasta 1944.
Menos mal que el día no existió. Una pena, desde luego. Nos habríamos perdido a un tipo que nació tal que hoy hace setenta y cinco años y que, años después, montó un grupo de música con otros chavales del pueblo en el que vio la primera luz. El grupo se llamó The Beatles y el tipo, John Lennon.
Sed buenos y felices, si podéis… U os dejan 😉
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