Una pistola como la de Larra
Por Rafa Caunedo , 25 noviembre, 2016
El libro de Ángel Lara Navarro, “Una pistola como la de Larra”, tiene ochenta y ocho páginas. Me resulta extraño tenerlo en las manos después de una serie de voluminosas novelas que he leído durante las últimas semanas, con sus pastas blandas y flexibles, su lomo delgado y su apenas perceptible peso. Sin embargo, no te engañes, algo tan liviano y manejable no tiene por qué ser intelectualmente ligero.
Noemí Trujillo, su editora, se refiere al texto en el prólogo como si fueran artículos. Formalmente hablando lo son, aunque su conexión temática y su estudiado orden provocan la sensación de encontrarnos ante una verdadera novela. Corta, eso sí, pero contundente, con un sentido del ritmo y un manejo de la información propio de un escritor avezado.
Conozco personalmente a Ángel Lara, así que me permito la licencia de imaginarlo acodado en la mesa de un café observando el mundo que le rodea con la “función telescopio” activada, tomando notas, mentales y de las otras, para luego recrear todo con detalle en sus textos. Veo en él la capacidad de fijarse en aquellas cosas que están pero que solo unos pocos ven. Esta cualidad, solo al alcance de quien sale a la calle dispuesto a captar excusas para inventarse historias, la domina como nadie, de suerte que lo que ha construido es la visión particular de alguien que, por un segundo de desvarío, convierte su vida en un suplicio. Es tan así que lo que el texto nos va a contar es, simple y llanamente, una despedida, un “que os zurzan” en toda regla. Al leer la novela me vino a la mente el recuerdo de George Sanders, que se suicidó en Castelldefels en 1972 dejando la siguiente nota a su lado: «Querido mundo: He vivido demasiado tiempo, prolongarlo sería un aburrimiento. Os dejo con vuestros conflictos, vuestra basura, y vuestra mierda fertilizante«. Bueno, pues el protagonista de esta historia, dice básicamente lo mismo pero en ochenta y ocho páginas.
Se trata de una despedida, pero antes de irse quiere dejar claro su desencanto, su decepción por un mundo con el que no se identifica. La falta de solidaridad; la frialdad del “vuelva usted mañana” burocrático; la deshumanización de una sociedad egoísta; la necedad de quien busca en la política el amparo del incompetente, como su ex cuñado Miguel; o el cutrerío enajenante de la televisión basura. Todo esto y mucho más tratado con la punzante desilusión de quien, además, se reconoce como único culpable de todo lo que le pasa.
“La primera hostia lo rompió todo”, dice el protagonista en un momento de la obra. Un segundo de descontrol y su vida se va, como le pedía George Sanders, a la mierda. Un segundo de ira, un segundo nada más, y todo se acaba. Tic-tac. Ya.
Y de pronto eres otro.
Entonces, una vez ya te has perdido el respeto a ti mismo, decides que te quieres ir y gastas el poco dinero que te queda en comprar una réplica de la pistola con la que Larra se quitó la vida.
Todo en esta novela me gusta. Solo una cosa retocaría: su extensión. Se me hace corta; se me pasa rápido; se me acaba sin yo quererlo. Tal vez sea una trampa de Ángel para que le pida desde estas líneas una segunda novela ya. “Una pistola como la de Larra” es un debut premonitorio en el que ya se vislumbra a un autor de esos que combinan visualidad y dominio de las emociones, dos de las virtudes a las que muchos aspiran y pocos consiguen. Enhorabuena, Ángel, y felicidades a Playa de Ákaba y Noemí Trujillo por apostar por nuevos valores.
Título:»Una pistola como la de Larra»
Autor: Ángel Lara Navarro
Editorial Playa de Ákaba
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