Vigencia de Balzac
Por José Luis Muñoz , 15 abril, 2015
Llevo años rememorando a Honoré de Balzac. Del autor de La Comedia humana me viene una frase infalible que califica a buena parte de los criminales de traje y corbata que, día sí y día también, aparecen en los telediarios entrando y saliendo de los juzgados, y, de tarde en tarde, traspasando las puertas de alguna cárcel a la medida. Detrás de toda gran fortuna hay siempre un gran crimen. Lapidaria y certera sentencia del magno escritor francés del XIX que cobra una vigencia absoluta en estos tiempos que corren.
Hay momentos, los presentes, en que echo de menos China, un país cuyo sistema político detesto tanto como admiro su cultura milenaria. ¿Cuántos políticos españoles habrían sido pasados por las armas? me pregunto. ¿Cuántos banqueros, empresarios de la construcción, altos funcionarios…?
Hasta hace poco en este país de jarana y pandereta al corrupto se le reían las gracias, quizá para ver si caía alguna sobra de su botín. Y hasta se le votaba una y otra vez para que siguiera metiendo mano en lo público, porque éramos tan ignorantes que no caíamos que lo público que despilfarraban estaba compuesto de lo que nos descontaban de nuestros ingresos. Mira qué listo, el tipo. Yo también haría lo mismo en su lugar. Las cosas han cambiado. Ahora el corrupto apesta. Al corrupto se le persigue a golpe de pancarta en cuanto se le ve salir del juzgado, se le insulta por la calle, en la estación de tren o en el aeropuerto, porque él, con su avaricia, es el culpable de tanta miseria, de tanto desahucio, recorte, hambre infantil, trabajo basura, exclusión social, porque el corrupto es un ladrón en serie que nos ha vaciado el bolsillo a todos. Familia real, expresidentes autonómicos, exministros…
La última china en el zapato del maltrecho PP se llama Rodrigo Rato, y me alegro por ello si ese es el clavo que cierre el ataúd del partido que más corrupción ha traído a España y más la ha hecho retroceder en bienestar social. La mano derecha de José María Aznar, su vicepresidente económico, su ministro de Economía y Hacienda, el presidente del sospechosísimo Fondo Monetario Internacional, uno de los arquitectos de la debacle de Bankia que todos estamos pagando, el usuario de las tarjetas black, está siendo investigado por presunto blanqueo de dinero y evasión de capitales, esto último regularizado gracias a la Amnistía Fiscal ad hoc, para los del PP, del ministro Montoro.
En mis largos veinte lustros de vida nadie me ha atracado por la calle; lo han hecho por los salteadores de navaja y pistola estos miserables villanos que delinquen desde sus despachos, los ladrones de guante blanco que nos han vaciado el bolsillo y nos han empobrecido para siempre para llenar sus cuentas en paraísos fiscales.
Vamos a perseguir el fraude fiscal, decía, con cinismo, Rodrigo Rato, un espantapájaros que va a agitar la oposición, junto a los nombres de Luis Bárcenas, Jaume Matas, Carlos Fabra, Francisco Correa y Francisco Granados para que el votante del PP se piense muy bien si va a seguir sustentando a ese partido con su voto.
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