Yonqui: una sobredosis de novela
Por Víctor F Correas , 7 abril, 2014
¿Ven esta portada? Los pelos como escarpias. Lo que hay dentro impresiona más si cabe. Es la nueva novela de Paco Gómez Escribano.
Una historia brutal, contada con un lenguaje veloz, que corre a lomos de un caballo que destroza venas, sueños e ilusiones a lo largo de sus páginas. Con dañina rapidez.
Una historia contada en primera persona por un superviviente, ‘El Botas’, con lo que eso conlleva. No esperen lenguaje preciosista ni descripciones trufadas de epítetos y bellos adjetivos. No. Más bien es una patada en la entrepierna; de esas que duelen, bien dadas, que te retuercen mientras maldices por qué la vida, esta puta y asquerosa vida, puede ser así. ‘El Botas’, todo un superviviente; superviviente de una época -los 80, barrio del extrarradio de Madrid, hachís, caballo y cocaína ‘p’al‘ que compre- «que dejó tantos muertos como una guerra», explicará sin tapujos; un experto en palos de todo tipo de palo: gasolineras, bancos, taxistas…; un tipo con la suficiente lucidez para dejarse atrapar por unas cuerdas de guitarra y, gracias a ellas, conocer más estrellas que las que alumbraba un pico en sus venas; un alma vacía cuyo único hueco sólo podía llenar una mujer tan cercana como imposible de conseguir. Por ser él quien fue. Por ser ese tipo, ‘El Botas’.
‘Yonqui’ es una novela sin artificios ni regalías. Puede que no guste a todo el mundo -no lo hará, casi estoy por afirmarlo convencido- ni tampoco la manera en que está escrita -por idénticas razones a las anteriores-, pero sí es una novela distinta, diferente. Sobre todo es un reflejo en ese espejo al que muchos ya no quieren mirarse, o bien prefieren tener guardado en algún recóndito lugar de sus casas -los menos- o de sus almas -los más-; un resumen de lo que fue ese Madrid, esa España que se desperazaba del sueño de la dictadura mirando con ojos curiosos la llegada de la libertad y de las libertades. Lo mismo que hizo ‘El Botas’. Y también ‘El Conejo’, ‘El Pumbi’, ‘El Flequi’… Ese Madrid. Esa España. Esos 80.
Así que si no tienen nada mejor que leer y si les apetece dar un poco de vidilla al cuerpo -¿recuerdan ‘¿Deprisa, deprisa’, de Carlos Saura?-, les invito a viajar al Canillejas de comienzos de los años 80. Como diría ‘El Botas’, lo van a flipar. Y además, de verdad.
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