Empieza el Carnaval para Mariano Rajoy
Por José Luis Muñoz , 13 febrero, 2015
Se le ha visto el plumero a Mariano Rajoy en la última cumbre europea de jefes de estado. Dado que Angela Merkel llegaba agotada de su encuentro con Vladimir Putin para sellar una improbable paz en Ucrania, nuestro presidente se ha travestido, quizá porque se acerca Carnaval, y ha hablado de Grecia como si fuera la mandataria alemana: más papista que el papa e inflexible en sus exigencias.
Para nadie es un secreto que si Grecia sobrevive con Syriza las opciones del PP para conservar algo del poder que ahora detenta en España se reducen considerablemente. Me imagino a Mariano Rajoy rezando cada noche ante el brazo incorrupto de Santa Teresa, si lo ha heredado de sus afines nostálgicos, para que Alexis Tsipras se estrelle.
Paralelamente el ministro de Asuntos Exteriores José Manuel García-Margallo, que suele exhibir un talante más liberal heredado de la UCD en la que militó, se sumaba al presidente del gobierno en la exigencia de que nos paguen los griegos a toca teja lo que nos deben y con lo que los pensionistas podrían cobrar más y los parados alargar su período de prestación.
Quizá algo de razón tenga el presidente del gobierno y su ministro de Asuntos Exteriores, pero yo no me siento incómodo si con esos 26.000 millones de euros entregados a Grecia, que en realidad son 6.659 porque los 19.600 restantes lo hicieron inversores privados, salvamos a los griegos. Cuantifiquen señores José Manuel García-Margallo y Mariano Rajoy lo que se podría hacer con todo el dinero que las administraciones gobernadas por su partido ha dilapidado durante tantos años, con todos esos sobrecostes de obras públicas necesarias o que se inventaron, con ese saco sin fondo de dinero B que estuvo entrando en sus cuentas tan generosamente que les permitieron cobrar sobresueldos, y seguramente con todo ello también podrían beneficiarse los pensionistas y los parados de los que tanto se acuerdan con motivo de la victoria de Syriza en Grecia.
A punto estoy de declararme pobre energético, como muchos ciudadanos de este país, calentando mi casa con leña que trasiego del bosque, y de paso lo limpio, y me planteo volver a la pluma de ganso y a la luz de la vela sobre todo cuando leo e interpreto mi factura de la luz y saco la conclusión de que la partida de consumo de luz, que es lo que cada hijo de vecino debería pagar, es exactamente la cuarta parte del importe total, otra cuarta parte se va en impuestos y la mitad a una nebulosa integrada por incentivos a las energías renovables (por las que ya no apuestan y se han desentendido), cogeneración y residuos (que no sé qué diablos es), coste de redes de distribución y transporte, y déficit tarifario. También me gustaría que todo eso que pago, y no sé a cuenta de qué, fuera a los pensionistas y a los desempleados por los que tanto se preocupan, o a mi bolsillo, que lo necesita.
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