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¿Ánde andarán los revolucionarios de salón?

Por Francisco Collado , 30 enero, 2021

 

Frente al dislate surrealista de las elecciones catalanas, al ciudadano; vejado y humillado; no le queda otra opción que la desobediencia civil. La estadística es diáfana. De la cárcel se sale, las multas se pagan. Pero si te llevas a casa una carga viral por la patilla, las consecuencias sanitarias y psicológicas puedes arrastrarlas toda tu vida.

Encastillados en sus mamandurrias, nuestros próceres padecen visión de túnel. Únicamente tienen un objetivo: mantenerse en la poltrona el mayor tiempo posible.

Ni en el disparatado mundo cinéfilo de la saga “Aterriza como puedas”, se les habría ocurrido a los guionistas un despropósito sanitario del alcance del que nos regalan los perpetradores de estas innecesarias elecciones de pandemia: Atender las mesas, enfundados en EPIS.

Los EPIS precisan de un protocolo para su manipulación que conocen los profesionales que los utilizan. Cualquier fallo, el simple hecho de ir al baño, inutilizan la protección. Además el EPI  no es una garantía para no contagiarse.

Realizar elecciones en plena pandemia, con unas cifras para echarse a temblar, es un ejercicio de irresponsabilidad que alcanza matices de esperpento valleninclaniano. Algo a lo que nos tienen acostumbrados quienes quieren sacar a la calle positivos de Covid para que voten. Es como una pesadilla de Tex Avery misturada con un guión de los Monty Phyton.

Que usted no puede ir a ver a su madre al pueblo de al lado, pero un votante pueda asistir a un mitin a escuchar las mamarrachadas de los supremacistas y radicales, solicita una revolución a corto plazo.

¿Pero que fue de los revolucionarios de salón, de los asaltacielos de mesa-camilla, de los desfacedores de entuertos? Quizás anden lamiendo sus heridas en un lugar oculto del tiempo (que decía el poeta) ¿Dónde están los rodeacongresos cuando hay que defender la salud y la vida de los ciudadanos? La revolución de salón es inversamente proporcional al aburguesamiento de sus perpetradores.

Y hablando de vidas humanas. Hoy hace 23 años del cobarde asesinato del matrimonio Jiménez-Becerril a manos de la banda fascista, a cuyos amigos hoy le lamen las botas algunos de nuestros ilustres. Es lo que tienen los fascismos. Se cuelan por las rendijas. Subrepticiamente. Aparentando ser otra cosa.

No habrá ningún recordatorio. Ahora lo que se lleva es el blanqueo de la marca terrorista y la genuflexión ante los supremacistas y golpistas. Ahora lo que se lleva es estirar la legalidad al máximo, torear a la ética, esputarle en la cara al ciudadano. Para que ellos sigan con sus prebendas y canonjías va usted a jugarse la vida dentro de un EPI, en la mayor tomadura de pelo de la historia de la democracia.

Desobediencia Civil. Es lo que hay…

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