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ANDRÉS CALAMARO, UN BOHEMIO ENTRE TÚ Y YO

Por Javier Gil , 1 agosto, 2014

Lugar: Sala Barts (Barcelona)   Fecha: 31 de Julio de 2014

Paso a buscarte por casa. Hoy toca Andrés. Contentos, especiales nos sentimos. Al ir entrando al recinto nos damos cuenta que este músico arrasa con todo, por ejemplo con las entradas. Sold out.

Tenemos tan poca suerte que cuando fuimos a comprarlas nos dieron diferentes localidades. No pasa nada, distancia salvable. Quedamos en el segundo piso porque nos apetece comernos y vivirlo juntos.

A los diez minutos de la hora señalada, sale el gran bohemio con su banda. Nos miramos y aprovechamos para intentar sacar fotografías y así poder disfrutar del concierto. Cada músico suma, no resta. La banda no son seres desplazados para lucimiento de Calamaro.

Los aviones, Bohemio, A los ojos, Todavía una canción de amor, Crímenes perfectos. A mi izquierda y derecha, por todos lados, observo que los fans argentinos también existen en Barcelona. No dejan de vitorear, de enlairar sus camisetas de la selección de su país, son diferentes a la hora de respirar el rock. Con estas cuatro primeras canciones consigues gustarme un poco más. Me sonríes con complicidad, guiñándome un ojo pero yo sigo atento al espectáculo ofrecido.

IMG-20140801-WA0008Las luces no tienen importancia sobre el escenario, detrás del cantante hay una pantalla que analiza, se detiene, se fija en cada uno de los componentes, en sus instrumentos mezclando imágenes del directo con vídeos oficiales.

Les toca el turno a Cuando no estás, Rehenes, Nacimos para correr, Donde manda marinero, Tuyo siempre. El respetable cada vez aguanta menos en sus asientos y llegamos ambos a la conclusión que se equivocaron en el espacio. A Calamaro hay que vivirlo en espacios grandes y amplios. Con ese repertorio, es imposible mantener la postura que requiere una sala como ésta. Las piernas se mueven, el cuerpo te solicita permiso para mover y los pies se saltan el semáforo. No hago más que vigilarte de reojo. Estás preciosa: blusa negra, tejanos azules de pitillo, pelo recogido y un calzado tan delicado como el perfume que utilizas y que me empapo cada vez que me abrazas y me besas.

De repente, haces una observación: ¿te das cuenta que Calamaro va variando el ritmo del espectáculo? Me quedo con cara de pasmado. ¿Quién hace la crónica para el diario, tú o yo? Va intercalando melodías cuya base rítmica es lenta con otras de puro rock.

Viene un doble huracán. Loco, Maradona (hermosas imágenes de Diego, cuando fue el mejor con la zurda). Las personas se transforman. Nos reímos cuando vemos alguno que otro subido en su localidad jadeando las letras de las canciones. El público va subiendo su descaro y decide acompañar al cantante. Los enamorados torpes, las parejas que llegan tarde al evento, los animados no pueden con nosotros. ¿Por qué la gente no vive la música de una manera más “estática”? Imposible.

Incluso durante el concierto hay cuatro personas que suben al escenario para abrazar, para agradecer a Andrés. Una duda me asalta: ¿No tendrían que velar más por su seguridad?

El ambiente es tan festivo que la banda decide frenar y toca tiempo de deleitarse con las capacidades de cada uno. Jam Session, Output-Input. Mariano Domínguez; en el bajo, Sergio Verdinelli; en la batería, Julián Kanevsky y Baltasar Comotto; en las guitarras y Germán Weidemer; en los teclados.

Traca final. La libertad, Mi enfermedad, Estadio Azteca, El salmón, Sin documentos. Nos quedamos asombrados. La gente se ha convertido, quiere más, el espacio es una base de locos con un artista que se da cuenta y echa el resto con Flaca (Volver de Carlos Gardel intro), Paloma, Alta suciedad, Los chicos (de nuevo emocionante las imágenes de los amigos desaparecidos en la pantalla). Y aquí es donde te encuentro. Te encuentro en cada giro de tu cintura, en cada fotografía que disparas, en el roce de tu piel cuando bailamos (pobre de mí) y en cada intención de saltar y sudar. Y sobre todo, cuando me dices en voz baja: Me ha jodido que no canten entera la de Volver. ¡A esta chica le gusta Gardel!

Se acabó. Una hora y cincuenta minutos. El bohemio se va a descansar y ambos sabemos que esta noche no se olvida así como así. Y es que Andrés consigue que nos llevemos algo de él siempre. Vernos de nuevo.

Fotografía: Gemma Alonso

https://www.facebook.com/javier.gil.52

 

 

 

 

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