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Cada resentimiento es una mancha , en memoria de Jaime Vandor.

Por Esther Bendahan , 25 abril, 2014

Este domingo se conmemora el día de la Shoah. Y la Comunidad judía de Madrid ha querido dedicar este día a Jaime Vándor, recientemente fallecido.

Conocí a Jaime hace ya mucho tiempo, siempre ha sido activista en los temas de educación para la tolerancia, de una manera amable y sabia que delataban sus ojos. Nació en Viena, de madre austriaca y padre húngaro, en febrero de 1933, poco después de la subida al poder de Hitler. Su familia, judía, se refugió en Budapest, Hungría, en 1939. Su padre, adivinó lo que iba a venir, o simplemente quiso buscar un lugar seguro, fue a Barcelona para organizar la llegada de su familia, pero no pudieron seguirle, se cerraron las fronteras.

Se salvaron de las deportaciones, del exterminio gracias a que a pesar de la Gran oscuridad, surgió lo humano. En la Embajada Española, el embajador Sanz Briz les otorgó la posibilidad de salvarse en las “casas españolas” situada en Budapest. Protegidos gracias a sus pasaportes españoles, como otros 5.200 judíos húngaros. Sin embargo, gran parte de su familia pereció en la shoah.

Junto con su madre y su hermano llegó a Barcelona donde vivió, estudió, trabajó, enseñó, escribió. Era testigo (en esencia somos un pueblo de testigos, de la memoria que palpita llena de futuro). Y lo fue con sus medios poderosos, la palabra. No dejó nunca de participar con fuerza, a veces sin ellas, haciendo todo lo que podía para que recordemos.

Profesor desde 1958 hasta su jubilación en 2003 enseñó en la Facultad de Filología de la U. B. Lengua y Literatura Hebreas, Literatura Hebrea Moderna, Historia del Judaísmo Moderno y Contemporáneo y otras materias. Entre muchas actividades escribió libros de poesía. Una poesía inteligente, en tensión entre la memoria y el perdón. Un diálogo en busca de otro, del encuentro.

En la semana del libro quiero recordar a Jaime Vandor, con cariño, admiración leyendo su poema:

Cada resentimiento es una mancha
    Cada palabra dicha sin piedad deja un morado
un nudo en el cordel, en el lienzo, en la garganta
Cada imposición es un grillete
y se engaña quien cree engendrar el Bien
atando su bien en las muñecas de otro.
Tu voluntad puede ser una ligadura
Vecino no dispongas del aire de tu vecino
Tu verdad no es un monopolio
«Misericordia quiero y no sacrificios»
Tu texto no es el único.
Moisés se quedó en el Monte Nebo
Alguna vez Salomón se equivocó
no vas a ser tú más perfecto
    relaja los músculos abre el puño agacha la cabeza y
    pide medita ofrece siembra amor.

 

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