El golpe
Por José Luis Muñoz , 3 octubre, 2016
El golpe fraguado desde hace ya mucho tiempo cristalizó el pasado sábado, en la maratoniana reunión del comité federal socialista. El sector más derechista del partido fundado por Pablo Iglesias se impuso por una amplia mayoría y el secretario general, cuestionado por no ceder ante Mariano Rajoy, por no facilitarle la investidura, fue inmolado después del disparo radiofónico de Felipe González, el siniestro jarrón chino del PSOE que nadie osa romper a martillazos. A veces no es necesario recurrir a la violencia explícita para sacarse de encima a un engorroso adversario, y la víctima malherida se retiró del escenario casi sin rechistar, con un discurso medido en el que le faltó frescura y, por qué no, humana rabia.
A partir de ahora el PSOE es ya, formalmente, un partido herido y dividido en el que todo puede ser posible, desde que se produzca una escisión por su izquierda cuando la facción moderada y opuesta a toda confluencia con las fuerzas progresistas del país (Izquierda Unida y Podemos), capitaneada por la andaluza Susana Díaz, opte por abstenerse para facilitar el gobierno a Mariano Rajoy, o a que la izquierda dentro del partido, mayoritaria en la militancia, dé un contragolpe en el próximo congreso general y restituya de nuevo a Pedro Sánchez o a alguno de sus fieles, con lo que asistiremos a una lucha interminable de desgaste.
Quizá vayan a ser proféticas las palabras de Pedro Sánchez cuando, tras la última debacle electoral en las generales, dijo que ése, a pesar de todo, era un buen resultado porque no se había producido el temido sorpasso y su partido seguía en segunda posición. Es posible que, con el más que probable liderazgo de Susana Díaz, el histórico partido del socialismo español, que muy poco tiene que ver con el que fundara Pablo Iglesias, se vea abocado a seguir la senda del Pasok griego, la peor pesadilla de sus dirigentes. La dirigente andaluza concita tantas palmas en su tierra como sarpullidos en el resto de España, lo que seguramente le hará meditar a conciencia si encabeza el PSOE o se reserva una cómoda segunda fila.
Mientras la derecha se mantiene rocosa y unida en sus políticas lesivas contra la población y de desprecio a la ciudadanía e indiferente a la corrupción porque no le pasa factura política (la ética hace mucho tiempo que pasó a la historia), la izquierda de este país está dando en este año 2016 uno de los espectáculos más penosos de la historia, incapaz de ponerse de acuerdo. El fantasma PPSOE, que algunos dirigentes socialistas temen y que aventan desde Podemos, ahora con más razón que nunca, se está materializando. Si el PSOE, finalmente, opta por la abstención en la investidura de Mariano Rajoy es posible que veamos hogueras con carnets de militantes del partido que se sientan traicionados y miles de votantes dejen de confiar en ellos. La vieja guardia derechista, reaccionaria y conservadora parece haber ganado esta primera batalla tras un año de escaramuzas que evidenciaban la división existente. De que no gane la segunda depende el futuro del partido.
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