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El trasfondo de cada aprendizaje

Por Clara Cordero , 11 febrero, 2015
By Geralt

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Las escuelas son las encargadas de proporcionar espacios de aprendizaje, donde los maestros, a partir de unos contenidos curriculares asignados por el gobierno de turno, deben pretender enseñarlos con más o menos creatividad e iniciativa en aulas sobrepasadas de estudiantes sin ganas.

Las últimas tendencias que incluyen más conocimientos de ciencias en todos los niveles educativos solo nos hace prever una especialización, que si bien en algunas redes sociales han sido catalogadas de superiores (hablo del momento en que se inició una guerra dialéctica en Twitter entre estudiantes de ingeniería vs estudiantes de magisterio), deja claro que la carencia en escritura, lectura y oralidad pone de manifiesto un gran fracaso escolar y profesional en los estudiantes.

Quizá uno de los motivos más acuciantes para abordar este problema son las lecturas obligatorias, que lejos de contribuir a un aprendizaje real del alumnado son un castigo o tortura, porque, entre otras cosas, no se les da una razón lógica para tener que leerlas.

Esa inspiración que se necesita como cuando el Profesor Keating nos inspiró a todos a dramatizar la poesía. Guiando a los alumnos hacia algo que necesitaban, ese carpe diem que luchaba por surgir en sus interiores y que él, con la poesía, supo acaparar y florecer. Porque no sólo leía por leer, sentía y demostraba como su personalidad se había visto influenciada por cada verso, había madurado con la poesía.

Esto es justo lo que la escuela está dejando de lado. Explicar el porqué de determinados aprendizajes, que por sí solos no son motivadores, pero que acompañados de la suficiente justificación puede hacerles ver a los alumnos esa necesidad, y porqué no, ese gusto por el aprendizaje de lecturas y temas inicialmente más obsoletos o poco motivadores.

La clave siempre es como se proponen los aprendizajes. Todos pueden aprender todo y pueden gustar de todo.

Aquí podemos, seguro, identificarnos con el momento en que tal o cual asignatura se nos hizo insoportable, no tanto por ella misma sino por como nos la presentaron. Y en esta fase la oralidad, la comunicación y la expresión son esenciales.

Y ahora, ¿Qué tan importante son las ciencias o las letras?

Cada una en su medida. Ni más ni menos.


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