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La cultura del regalo

Por Clara Cordero , 21 mayo, 2015

 La educación en valores en nuestros días pasa por un estado que fusiona los valores tradicionales de mostrar respeto, compartir, etc. con nuevos valores que han aparecido debido al exacerbado consumismo y materialismo de nuestros días.

Surgen movimientos ecológicos que pretenden reducir el impacto de la estresante sociedad en la que vivimos de manera que ya sea a través de los alimentos, del ahorro de energías consumibles o con actitudes de “yo me lo guiso yo me lo como” nuestros niños están heredando, muchas veces a disgusto, no sólo como controlar las emociones sino también el gasto.

Recientemente ha llegado a mis manos este artículo relacionado con lo que tratamos, lo que he llamado la cultura del regalo. Os recomiendo que repasemos algunas de sus sugerencias, muy pedagógicas todas ellas, para atrevernos a atisbar la raíz del problema.

Por mucho que queramos pensar que nuestros hijos son unos santos y disfrutan plenamente de sus comuniones en el sentido más espiritual, o incluso que por su cumpleaños lo que quieren es estar con la familia y pasar un buen rato, qué también y por supuesto, no podemos olvidar que son niños y que les encantan los regalos y las sorpresas. Cada vez hay más niños que se sienten decepcionados o desilusionados porque nadie  les regaló lo que pedían y esta frustración llega hondo en su corazón llevándoles a pensar o sentir que son menos queridos. Esto es así por la cultura del regalo que hemos forjado a lo largo de los últimos años, donde, principalmente los padres, hemos sido los responsables por querer darles todo y ha llegado a límites insospechados. Hemos conseguido que se mal acostumbren.

Estamos en época de comuniones, bautizos y, sin ir más lejos, los miles de cumpleaños a los que nuestros hijos son invitados en el colegio lo que fuerza a los padres a agruparse en busca de un único regalo para que salga más rentable y de mayor calidad, o incluso los regalos que se les dan a los profes al finalizar el curso escolar, en breve.

Nos pasamos la vida regalando y gastando.

No valen sólo las buenas ideas de compartir con una ONG para que valoren el hecho de compartir y ser solidarios, y tampoco es sólo cuestión de reutilizar y reinventarse.

El problema es de base. Todas estas son buenas ideas pero creo que insuficientes.

A determinadas edades, los niños son incapaces de comprender el alcance de un acto solidario o de compartir algo llegando la posibilidad de infravalorarse, de sentirse inseguros o de tener una baja autoestima. A cada uno hay que darle lo suyo en su justa medida, sin excesos.

A medida que crecen hay que ir mostrándoles con nuestros propios actos, con el ejemplo, que no se puede malgastar el dinero, llenar la casa de cachivaches que duran un día de entretenimiento o que hay gente necesitada.

¿De qué sirve aprovechar un evento donde se hacen regalos para compartir tus juguetes con otro si luego el resto del año se queda en nada?

Entenderán mejor cómo gestionar la cultura del regalo si se convierte en una actividad diaria en sus vidas y forma parte de su educación. No sólo días sueltos y señalados.

Os animo a gestionar de una manera eficiente la cultura del regalo, no dejando de regalar, sino haciéndolo con conciencia y cabeza.


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