Las reglas del juego
Por José Luis Muñoz , 14 julio, 2015
Cuando se está perdiendo la partida, se cambian las reglas del juego si se tiene poder para hacerlo, la fuerza suficiente. Esa es la última baza antidemocrática del PP, que ha redondeado su logo alrededor de la sempiterna gaviota, un animal que se ha convertido en carroñero. Cuando el PP ha visto que se le han escapado buena parte de sus autonomías y los ayuntamientos más importantes del país en las elecciones de mayo, aboga por cambiar las leyes electorales y adaptarlas a su situación agónica con el deseo de perpetuarse en el poder. Incapaz el partido que se ha financiado desde su creación con dinero negro (lo que debería inhabilitarlo para ejercer la política, o ser disuelto, o que se le anularan todas las victorias electorales conseguidas porque no fue en igualdad de condiciones que sus adversarios) de mantener sus feudos y ante la certeza de que no van a poder seguir gobernando España, se plantea obligar, por ley, a que gobierne la lista más votada, es decir ellos, aunque el setenta por ciento de la población prefiera a otros que no sean ellos y por eso pactan para que no gobiernen en autonomías y ayuntamientos.
Poco les va a importar la bronca que generen en el parlamento, o la agitación callejera prevista (para la que ya ha implementado la ley mordaza). Al Partido Popular lo único que le interesa es seguir detentando el poder para beneficio propio y de su círculo económico. Pretenden cargarse así, de un plumazo, la pluralidad política de nuestro país, el abanico ideológico de las distintas opciones, desde la derecha a la izquierda, e ir hacia el modelo norteamericano con dos grandes partidos que son meras correas de transmisión del poder económico, y anular la negociación política, el acuerdo interpartidista sobre programas, base de nuestra democracia parlamentaria.
Imagino que van a hilar muy fino, o lo tendrán que hacer, para que en el parlamento la lista más votada tenga un peso adicional que les permita legislar y hacer lo que les venga en gana, así es que quizás miren a Grecia, por una vez, a Syriza, que cuenta con cincuenta parlamentarios extras para consolidar la estabilidad parlamentaria. Les sugiero que, en vez de cincuenta, se otorguen por ley cien parlamentarios más extras, para instaurar el rodillo, acallar a la oposición y gobernar a su antojo. Y luego vayan un poco más allá, a elecciones cada ocho años, para ahorrar fondos públicos. Y que den el siguiente paso, acabar con la pantomima electoral y que gobiernen ellos, los servidores del poder económico, porque la democracia es costosa, inútil y una comedia.
El PP quiere laminar la democracia en España. ¿Lo vamos a consentir?
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