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Legión infantil

Por Oscar M. Prieto , 27 marzo, 2017

Mañana de trabajo, de formularios y papeleo, de dejar los ojos en la pantalla del ordenador, de ocupación un poco autómata, sin emoción. La vida es eso que pasa mientras uno pierde el tiempo en burocracias. Incluso sin haber consumido la energía en un esfuerzo físico, el estómago se queja, como una gata, llamémosla Thelma, cuando tiene hambre.

Salgo a comer y, efectivamente, la vida seguía desplegándose fuera del despacho, en todo su esplendor, con un sol radiante que se libra de las legañas del invierno y los cerezos ya en flor. La vida que se manifiesta en toda su potencia y energía cuando me encuentro con una hilera de niños, que en formación, cogido cada uno de la manga del abrigo del que le precede, han salido de la guardería y van de excursión. Dos cuidadoras abren y cierran la marcha de esta risueña legión.

Espontáneamente mi gesto copia sus sonrisas y sin transición, también yo, como los árboles me despejo de la niebla y mi ánimo se torna alegre e infantil. No se me ocurre escena más contagiosa para amar la vida, para reconciliarse y sobreponerse a los prosaicos quehaceres cotidianos. Hasta los enemigos dejarían de serlo, no encontrarían ni un valido motivo para seguir odiándose, si en su camino se cruzaran con esta procesión de natural fraternidad. Felices, deberíamos tomar ejemplo de ellos, preocupados cada uno por su compañero para que ninguno se pierda o extravíe.

Tanta vitalidad me da más apetito. Mientras como, pienso en el más grave de todos los problemas de esta España nuestra: faltan niños. España se desangra, se vacían los pueblos, se abandonan y se cierran escuelas y en muchos frontones no queda ni el recuerdo ni el eco de la algarabía que un día los llenó.

Sin duda, es el más grave de todos los problemas de esta tierra nuestra. Pero los políticos apenas se preocupan, porque llevan la mirada tan pegada al suelo que sólo les ocupa aquello que tiene consecuencias inmediatas: No hay altura de miras. Y el que venga detrás que se apañe con ello. Pero un día, me temo cercano, no será sólo un problema inmediato si no que ya no habrá tiempo para resolverlo.

Salud.

www.oscarmprieto.com

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