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Nacidos para ser digitales

Por Emilio Calle , 25 abril, 2014

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En tiempos tan cambiantes y confusos como estos es bueno a veces reparar en conceptos que, ya sea por edad o por desidia, nos pueden parecer fuera de nuestros intereses más inmediatos, cuando en realidad no pueden estar más relacionados con nosotros. Hay un ensayo del escritor neoyorquino Marc Prensky titulado La muerte del mando y del control, donde encontramos expresiones tan conocidas como nativos digitales, con el cual el autor intentó dar una identidad definitoria a todas las personas que han crecido con la red, y por ello han desarrollado tanto una nueva manera de pensar como una nueva manera de aprehender el mundo y de interaccionar con él, puesto que no han conocido una realidad distinta a esta, no conciben una realidad sin Internet. Podríamos decir que su genética ya es virtual. Y debemos de estar muy atentos a lo que hagan, pues frente a nuestros propios ojos ellos están construyendo el futuro con sus herramientas digitales.

Un preclaro y pujante talento de esta generación es Marta Capilla (Las Palmas, 1988) quien, entre Berlín y Madrid (empujada por uno de esos tantos periplos con los que nuestra inquietante desidia cultural cuida el talento naciente de nuestro país), fue modelando el sueño de crear su propio sello musical, algo impensable hace tan solo unos pocos años en un mercado sometido y humillado por las grandes compañías que acotaban el paso a visiones que, como la de Marta, se aferran a la independencia frente al rigor academicista o comercial. Fue así como a finales de 2013 fundó Meow Meow, un empeño tan ambicioso en los logros que persigue, como modesto e innovador en su despliegue logístico, en el que se aúnan música electrónica y arte digital como bases fundamentales, pero que está abierto a cualquier otra expresión cultural. Su punto de mira se centró en buscar, ayudar y promover a artistas jóvenes abriéndoles la senda hacia un vanguardismo que necesita de criterios propios en pleno auge gracias a Internet (porque Internet aún se está formando y lo más sensato sería participar desde ya en esa formación), y aportándoles una nueva forma de contemplar la cultura de la tecnología que ya define prácticamente cada uno de nuestros entornos. Hace apenas unas semanas, el sello acaba de lanzar al ciberespacio su primer envite: Daniel Van León, el proyecto del artista gaditano Daniel R. Mesa, y su EP Introduction to a Natural Era, una obra que destila hipnóticas texturas de sintetizador en un viaje casi lisérgico hacia las dicotomías entre la naturaleza y la ciudad, entre la vida orgánica y la sintética, con envolventes claroscuros que derivan en una fascinante tensión musical.

Fue tras ese lanzamiento cuando tanto productor como artista debían entregarse a la tarea más enmarañada y siempre minada por las todopoderosas multinacionales: hacer llegar su sonido al mayor número de público posible. Sin grandes campañas, sin algarabías, sin intermediarios que pudieran ir desperdigando opiniones incontestables antes de que nadie pudiera escucharlo, sin más arma que su ingenio. Y ha sido precisamente esa perspicacia la que ha logrado que el disco ya se esté moviendo con envidiable soltura, y únicamente promocionándolo a través de las redes sociales en cualquiera de sus vertientes o variedades. Facebook, Twitter, Tumblr, Soundcloud, Foursquare, iTunes, Deezer, Beatport, Youtube, Vimeo o Spotify, por citar algunos de sus cómplices, le están permitiendo a Marta Capilla la difusión de lo que hace tan solo unos pocos meses era una idea esbozada sobre el papel de sus sueños. Sellos como Meow Meow no hacen más que refrendar, bajo el auspicio de la red, ese idilio entre cultura y tecnología al que ambos se ven abocados irremisiblemente.

Internet ha dejado de ser un destino con las paradas ya marcadas.

Ahora también es un itinerario que todos podemos ir creando conjuntamente.


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