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«No soy tu hombre»: la inteligencia emocional al servicio de Alba Reche

Por Mariano Velasco Escudero , 27 enero, 2025

No soy tu hombre

“Viene del amor todo lo que conozco” es uno de los muchos versos que deslumbran entre las canciones del nuevo y esperadísimo disco de Alba Reche, y define a la perfección de qué va eso de No soy tu hombre, el original título elegido por la artista de Elche para su último trabajo, porque resume el concepto que envuelve en delicado papel de seda a los diez temas en él incluidos. Y es que en el interior de No soy tu hombre vamos a encontrar lo que mejor sabe hacer esta mujer: diseccionar las emociones, las buenas y las no tan buenas, derivadas de toda relación entre el yo y el tú. Y sin olvidarse de dedicarle especial mimo y atención al primero de los personajes, es decir, a una misma, algo que tampoco es nuevo en ella (recuérdense las conmovedoras No cambies tu andar y Esa también fui yo), pero aquí más acentuado que nunca. No parece casualidad que Alba apueste por abrir y cerrar el álbum con las dos canciones más introspectiva y que mejor hablan de sí misma: Mi casa (“para ser feliz hay que tener menos miedo”) y Todo lo que conozco (“mejor mirar la vida así de frente, que la conciencia no moleste”). En definitiva, un disco creado con mucho, o todo, de inteligencia emocional, y nada de artificial.

Le ha quedado a Alba un disco la mar de sosegado, pero en el que fácilmente se adivina que antes hubo tormenta. Diez canciones que conforman un viaje interior muy intenso, en el que además del esmero en la producción musical se observa una decidida apuesta por hablarnos de ella misma, por extenderse en poetizar sentimientos, por reivindicarse como cantautora, adornando su muy particular forma de expresarse con un sonido alternativo difícil de clasificar, pero que confiere al trabajo una clarísima unidad de estilo. Y en sus cimientos, un sustento siempre firme y seguro: la emocionante y particularísima voz de Alba Reche.

Casualidad ha sido que uno haya consumido (devorado, diría más bien) casi a la vez dos creaciones de disciplinas distintas pero que me parece poseen muchísimas cosas en común: este sobresaliente disco que es No soy tu hombre y uno de los productos televisivos de mayor éxito en los últimos meses, Los años nuevos, la serie creada por  Rodrigo Sorogoyen, Sara Cano y Paula Fabra. Hablo de la magnífica radiografía que ambas obras saben hacer de las relaciones afectivas. No soy tu hombre, la canción que da título al disco, es un excelente ejemplo de ello. Tan arriesgada en su planteamiento como brillante en su resultado, sorprende que Alba se aventure a utilizar el diálogo en ella, una clarísima pretensión de darle voz y espacio al yo y al tú, duplicidad ya sugerida también de alguna manera, o así me lo parece, en esa otra joyita que es Digna de ti. Del mismo modo, el guion de Los años nuevos, que constituye una clara apuesta, a todo o nada, por el diálogo en la pareja, sabe dar el sitio que merecen a ambos protagonistas por igual. Y mientras Sorogoyen utiliza la cámara para centrarse solo en la pareja o ampliar el campo de visión según le conviene, Alba juega a introducir esos otros elementos en la música que configuran las circunstancias, aquello que es ajeno a nosotros mismos, que se escapa a nuestro control, y que es lo que al final muchas veces determina que las relaciones funcionen o no (“Supongo que te metiste donde no debías pero exactamente donde tú querías”, canta Alba en Tal para cual).

Porque las relaciones pueden acabar por mucho que pongamos de nuestra parte (“si lo he dado todo, por qué no soy digna de ti”), pero apostar por vivirlas, aunque fracasen, es lo que marca el camino hacia la madurez. “Al final, confiar permite ilusionarse y… permite que pasen cosas” es la frase que mejor define al personaje femenino de Los años nuevos frente a la falta de confianza del masculino (qué magníficas interpretaciones, las de Iria del Río y Francesco Carril). Que la cosas sucedan es también otra de la premisas de este disco, que sintamos, que vivamos, haciéndolo siempre desde el afecto y la sinceridad. Dicho (o cantado) de otra manera: “es lo único que permanece, en lo visceral y siempre en bucle”.

 

Puestos a repasar su trayectoria, Quimera (2019) fue para Alba Reche un debut original y sorprendente, arriesgado en su planteamiento, con decididas pretensiones metafóricas y con momentos sublimes como la propia Quimera, Niña o Aura – solo se llega a los sublime cuando se arriesga –  y otros a menor nivel, pero sin perder nunca la originalidad; La Pequeña semilla (2021) supuso un paso adelante en cuanto a versatilidad de estilos musicales y acercamiento a lo real, logrando además un sobresaliente trabajo con verdaderas joyas como La Culpa, El desarme o Escúchala, pero en el que pudiera ser más difícil encontrar una unidad de concepto, que tampoco tiene por qué ser necesaria en un disco; en Honestamente triste (2022) Alba se nos abría definitivamente en canal confirmándonos que su voz y su manera de escribir llegan, la una y la otra, directamente a esa cosa tan íntima que  llamamos entrañas, y que salen de ellas, pero nos supo a poco, al tratarse de un EP de solo cinco temas. A No soy tu hombre (2025) no veo manera de encontrarle un pero, y se nos presenta como la confirmación definitiva de una de las mejores artistas que hay en este país, que ha sabido apostar desde el principio por valores tan serios y firmes como la creatividad, la honestidad, la verdad y la emoción.

A poquitos días de vida del álbum, entre las diez canciones que lo forman desprende un brillo muy especial un diamante semiescondido que seguro va a acabar deslumbrando a quienes lo escuchen con el detenimiento y la devoción con que merecen escucharse los discos de Alba Reche. Hablo de  una auténtica maravilla repleta de sensibilidad titulada Última guerra. El tiempo lo dirá, pero si me tuviera que mojar ahora mismo diría que probablemente es la mejor canción que ha parido Alba hasta la fecha, y si no me mojo del todo es porque si algo distingue a las canciones de esta mujer es que son como seres vivos, crecen y evolucionan a medida que las vas escuchando. Quién sabe cuál me parecerá la mejor dentro de cinco minutos, pero de momento vístanse con sus mejores galas para escuchar Última guerra, la percusión y el ritmo de la canción es de una elegancia desbordante, la encantadora voz de Alba seduce y enamora con la tonalidad que mejor le sienta y, por si fuera poco, posee una de las mejores letras que ha escrito la ilicitana. Igual que en Quimera estaba aquel emblemático “para ti pa´quien si no”, en La pequeña semilla dejaba huella el inolvidable “la culpa es mía que no quise darme cuenta de que no sabes querer”, Honestamente triste nos regalaba la delicadeza de ese “tus manos me soltaron con la fuerza de quien quiere dejar de formar parte de mi”, esta canción nos concede para la colección de imprescindibles un verso más para enmarcar: “como último acto de mi amor te entregaré al olvido”.

Como ocurre con la historia de Los años nuevos, las vivencias que Alba nos cuenta en su disco están también llena de dudas (“depende del día soy fuerte o cobarde”), y eso es lo que las hace más reales y cercanas. Pero solo alcanzan su verdadero sentido al demostrarnos que, cuando parece que todo se va a la mierda definitivamente, como sucede en ese último capítulo magistral de la serie, o como sucede en ese prodigio de canción que es No soy tu hombre, siempre acaba quedando un huequito para la ternura, para la comprensión y para la empatía hacia el otro: “A veces me parece tan mentira que no me despiertas y me dices “qué bonita”. Porque aunque en este caminar por el mundo interior de Alba Reche haya reproches, despecho, dolor, dureza y sinceridad – así ocurre en canciones como Enemigo (“así me convenzo de ser algo mejor para alguien tan insignificante”) o en Tal para cual (“qué esperar si no fuiste capaz de mirarme a la cara”), siempre acaban asomando por ahí la comprensión, el respeto y la empatía: “me niego, te olvido, aun así, mil perdones” (La mitad); “tuve miedo de mirarnos, perdóname la cobardía” (Tan guapa), “aun así, siempre creí en ti” (Creí en ti).

Con todo, una vez escuchado, sufrido, llorado y sobre todo disfrutado  el disco entero, la voz de Alba Reche nos lleva a concluir que sí, que esta mujer tiene toda la razón cuando nos confiesa que viene del amor, de dónde va a venir si no, todo lo que conoce.

 

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