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Alba Reche exhibe la luminosidad de sus canciones en el Museo Thyssen

Por Mariano Velasco Escudero , 26 mayo, 2025

Alba Reche

Si había que escoger una cantante para cerrar el acto de la entrega de premios #VersionaThyssen, el concurso convocado por el Museo Thyssen para  reinterpretar obras de la colección, la elección de este año ha resultado inmejorable. Porque lo primero que a uno le viene a la cabeza al escuchar cantar a Alba Reche, la elegida, a las puertas del Thyssen tiene más que ver con una metáfora pictórica que con un concierto de su recién terminada gira. Bien se diría que el delicado trazo de su voz dibuja con serena musicalidad cada rincón del lienzo que conforman sus bellísimas canciones. Conocida sobre todo por su brillante carrera musical, Alba Reche es artista plástica formada en Bellas Artes, y eso se nota en la luminosidad emocional de su personalísima propuesta musical y en su tan expresiva como inconfundible actitud sobre un escenario.

Como broche de oro para un concurso que consiste en versionar obras originales, Alba fue presentada en los jardines del Thyssen por Mariang Maturana como una cantante “que no se puede versionar porque es inigualable”. Nosotros estamos con ella en lo de no haber visto nada igual. “Este disco – dijo Alba Reche sobre la intensidad artística que encierra su último trabajo, titulado No soy tu hombre – tiene mucho más sentido tocándolo aquí esta noche”.

Tomándonos muy en serio lo de la metáfora pictórica, la enigmática y un tanto desafiante pose del “Joven caballero en un paisaje” de Vittore Carpaccio, una de las obras seleccionadas para reinterpretar en el concurso #VersionaThyssen,  nos podría servir para ilustrar el arranque del brillante concierto que ofreció la cantante ilicitana la noche del 23 de mayo, coincidiendo además con la celebración del Día Internacional de los Museos, y habiendo cantado un par de horitas antes también en el Museo Reina Sofía: “no soy tu hombre, no soy lo que me escondes, soy algo peor desde entonces”,  nos canta Alba Reche, y parece también querer decirnos el caballero antes de desenvainar la espada. O quizás solo la esté enfundando, quién sabe.

Radiante vestida toda de blanco, su presencia sobre el escenario, ramo de flores en mano mientras interpretaba Creí en ti (“dejé que me engañaras, que pisaras lo que te di, también dejé que me borraras, que el tiempo ya hablará por mi”) acabaría por sugerirnos, continuando con el juego metafórico, esa frágil y tierna coquetería que irradia la figura de la también versionada mujer de “El espejo psiqué”, de la impresionista francesa Berthe Morisot.

Y una vez que se arrancó a bailar sobre el escenario, al ritmo primero de Tan guapa (“como unas niñas en el patio del recreo”) y después con La Dosis (“lo que afuera no se puede decir te lo digo si me quedo a dormir”) nos trajo a la cabeza la imagen de otra de las obras imprescindibles de la colección Thyssen, la armoniosa ceremonia de “La bailarina verde “de Edgar Degas. “¿No se nota – bromeó Alba entre canción y canción – que estoy versionando yo también un cuadro?»

Acompañada de sus ya inseparables Diddy Stain, guitarra y teclado; Greta Ch’aska, bajo; y Saray Sáez, batería, enseguida llegaron las grandísimas de su repertorio anterior, esas que nunca pueden faltar como La Culpa, El desarme, Escúchala y la que casi casi fue el principio de todo, una cada vez más bonita con el paso del tiempo Quimera. ¿Por qué no pensar ahora en la complicidad entre “Venus y Cupido” de uno de los Rubens de la colección? Dioses que si bien no aparecían nombrados en aquel primer álbum tan mitológico que fue Quimera, han estado muy presentes y siguen estándolo en toda la obra de Alba y que simbolizan a la perfección el que bien podría ser considerado el lema que preside este último de sus discos: “viene del amor todo lo que conozco”.

Alba Reche y Saray Sáez

Esta fue, Todo lo que conozco, la canción que puso broche final a la actuación después de la aclamadísima y celebradísima La Posada, pero antes sonaron también de este último disco la melódica Enemigo, con ese tan pegadizo «días después contaré las cosas que me pasan por la cabeza y me parecerán tan tan insignificantes»; una maravillosa y cada vez mejor cantada desde que la presentó por primera vez al final de su última gira Digna de ti («despertarás, me culparás y entenderás que ella nunca será yo») y, casi casi como broche final, la insuperable Última guerra («imagina lo difícil que es luchar con lo que hemos vivido, como último acto de mi amor te entregaré al olvido»), que puestos a elegir uno se atrevería a comparar con la sublime perfección del perfil dibujado por Domenico Bigordi en el Retrato de  Giovanna Tornabuoni. En pocas palabras… una verdadera obra de arte.

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