Pedro Sánchez: tocado y ¿hundido?
Por José Luis Muñoz , 19 junio, 2025
Confieso haberme quedado en shock con las famosas y obscenas grabaciones de Koldo García del informe de la OCU que incriminan nada menos que al ya ex número tres del PSOE Santos Cerdán por quien el presidente del gobierno, todos sus ministros y Rodríguez Zapatero, entre muchos otros, ponían la mano en el fuego y se la han achicharrado. No es admisible en una democracia seria que un presidente del gobierno tenga dos secretarios de organización, es decir, gente de su máxima confianza, imputados por graves delitos de corrupción (José Luis Ábalos), o a un paso de ser imputado (Santos Cerdán). En el caso de que sean tres los mosqueteros corruptos, que está por ver, el jefe de la trama resulta que era Santos Cerdán que con las supuestas mordidas se compró una empresa constructora con la que siguió mordiendo y el asunto arranca de mucho antes, de cuando el ahora ex secretario de organización del PSOE campaba a sus anchas por Navarra sin levantar ninguna sospecha. No es creíble, ni lógico, que Pedro Sánchez, tras apartar a uno de sus hombres de máxima confianza que le ayudó a recuperar la secretaria general del partido tras ser defenestrado por los suyos, José Luis Ábalos, seguramente por asuntos de faldas (al valenciano la OCU le sorprendió, en el último registro, con una señorita a la que mandó llevar a pasear al perro y un disco duro que acabó en manos de los registradores de su propiedad), al que era tan dado el exministro que podemos hablar de una adicción, pusiera en su lugar a Santos Cerdán, que era el hombre de confianza del ministro (en realidad era su jefe). Todo, absolutamente todo, huele muy mal en este asunto y el temor de Sánchez y del PSOE, que han actuado con la esperada contundencia de un partido de izquierdas (Ábalos ha sido expulsado; Santos Cerdán se ha dado de baja en el partido y ha entregado su acta de diputado), es que haya más implicados cuyos nombres vayan saliendo en las próximas entregas de audios, corruptos y empresas corruptoras, que parece que se nos olvidan. Y eso sería devastador.
Con lo que ha ocurrido, en cualquier país democrático homologado de la Unión Europea (Francia y Alemania, por ejemplo), un escándalo de estas dimensiones se habría llevado el gobierno por delante, hubiera sido insoportable. En la antigua Roma republicana, tipos como Koldo, un armario que era portero de discoteca y aizcolari, el sexoadicto José Luis Ábalos y el presunto jefe de la trama Santos Cerdán hubieran sido invitados a cortarse las venas o a tragar cicuta, y lo habrían hecho si tuvieran ese mínimo de dignidad que no tienen. Ninguno de los tres se ha pegado un tiro. El cinismo de los personajes llegó al extremo de que un José Luis Ábalos en camiseta, a la puerta de su modesta casa, apelaba a terminar con esa pesadilla que manchaba su buen nombre, o a que Santos Cerdán leyera en el congreso de los Diputados las obscenas conversaciones que el traidor Koldo había grabado, segundos después de que negara con vehemencia la existencia de esas conversaciones y haber aceptado mordidas: cara dura a la altura de Mazón. Tienen suerte esos tres individuos que España sea un estado garantista y no encontrarse en China en donde estos asuntos se solventan con un disparo en la cabeza y el reo pagando la bala que lo ha de matar. Pero si en Francia, o en Alemania, este escándalo financiero, político y sexual (las conversaciones entre Koldo y Ábalos son especialmente repugnantes) se habría llevado por delante al gobierno, ¿qué ocurre en España, la excepción ibérica?
Pedro Sánchez es un resistente nato. Fíjense si lo es que hasta publicó un Manual de resistencia. Ha tenido que hacer frente a crisis de una envergadura considerable como el COVID, el volcán de la Palma, la guerra de Ucrania, el genocidio de Gaza, las causas que atañen a su esposa y hermano, la imputación del Fiscal General, la DANA de Valencia, insultos gruesos de todo tipo, hasta agresiones físicas, y ahora la basura que le estalla en las manos y de la que es directo responsable in vigilando porque él puso a dedo a esos dos personajes indeseables que precisamente le ayudaron a ganar las primarias en su partido cuando fue defenestrado. Si en los asuntos judiciales de Begoña Gómez, su hermano David y el fiscal general se advierte una parcialidad escandalosa de los jueces instructores que parecen estar a sueldo de partidos de la derecha y organizaciones ultras, en el caso Koldo, que es el caso Ábalos, y ahora el caso Santos Cerdán, las evidencias son claras y aquí no cabe hablar de justicia partidista. Pero Pedro Sánchez, lejos de amilanarse, contraataca, tras un día de pedir perdón unas cuantas veces con rostro grave y compungido, con una verdad irrefutable: el PSOE reacciona, en cuanto le llegan los audios, con la expulsión exprés de los presuntos corruptos mientras el PP los aguanta a capa y espada, y los casos que invalidan al partido de la oposición para convertirse en adalid de la limpieza son tan apabullantes que se podría rodar toda una serie con ellos de diez capítulos por lo menos. El PP no puede dar lecciones de nada cuando el secretario general que intentó denunciar la conducta dudosamente moral de la señora Díaz Ayuso sufrió un defenestramiento exprés.
¿Por qué no dimite Pedro Sánchez y por qué, de momento, no le dejan caer sus socios de investidura? Simplemente porque la alternativa es mucho peor, como así se ha demostrado, así es que aquí se trata, por desgracia, de ponerse una pinza en la nariz y no ir de Guatemala a Guatapeor. Y porque así como en Francia existe una derecha democrática, y también en Alemania, que no pacta con la extrema derecha fascista, precisamente para preservar la democracia en sus países, la de España, el PP, no puede homologarse con esas dos derechas europeas porque sigue sin desprenderse de su matriz franquista, la Alianza Popular de Manuel Fraga Iribarne, su fundador, y se deja abrazar por VOX, un partido xenófobo, antidemocrático, que quiere ilegalizar los partidos independentistas y de extrema izquierda, si los hubiera, y que loa el franquismo como un periodo de prosperidad y sosiego frente a la Segunda República justificando el golpe de estado y la guerra civil subsiguiente. Y el PP, y eso se lo debe hacer mirar el señor Núñez Feijóo, no tiene a nadie, absolutamente a nadie del arco parlamentario, con quien pactar. Algo está haciendo mal el líder gallego si en el momento más delicado del PSOE no es capaz de echar al gobierno.
La situación es sencillamente endemoniada, más cuando el actual presidente del gobierno se presentó como inmaculado mirlo blanco para combatir la corrupción del PP de M. Rajoy al que defenestró en una moción de censura tras una sentencia condenatoria del partido de la derecha española. El saldo de las muchísimas medidas sociales que ha implementado el gobierno progresista del PSOE-Podemos y PSOE-Sumar (gestión del COVID, subida del SMI, pensiones, gratuidad de transporte público, ERTES para salvar los empleos durante la pandemia, crecimiento económico, liderar en Europa la condena del genocidio de Israel, descenso espectacular del desempleo, aumento de los empleos fijos, reducción del horario laboral…) se van por el sumidero por el ruido de estas escandalosas revelaciones. Pero Pedro Sánchez resistirá sencillamente porque la alternativa es peor y los partidos que lo sustentan, y los ciudadanos que han votado PSOE y a esos partidos, se ponen una pinza en la nariz y prefieren ese olor a podrido a una alternativa más podrida todavía y de extrema derecha antidemocrática. ¿Triste? Por supuesto. ¿Podrá Sánchez sobrevivir? Ha dado suficientes ejemplos en el pasado de que sí. Tiene por delante una agenda internacional, en la que se desenvuelve con enorme soltura y le favorece, y el verano a la vuelta de la esquina, que lo tapa todo. Ha de aguantar hasta julio, si es que puede y no salen nuevas grabaciones, que ese es el gran temor dentro del PSOE. ¿Debe ser el próximo candidato? Pues, sinceramente, pienso que no porque está más que amortizado y tampoco es aconsejable para su salud personal tanto estrés. Pedro Sánchez ha agotado su credibilidad, no demuestra con pruebas fehacientes no haber estado al corriente de la conducta de esos dos colaboradores indeseables y creo que debe dar paso a otro candidato y a otro secretario general que lidere el partido, porque en el PSOE, como hace unos días me señaló un buen amigo, hay gente muy preparada que no tiene sobre sí la sombra de la sospecha, y la de Pedro Sánchez es muy grande.
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