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CONTRA EL ESTANCAMIENTO DE LA SITUACIÓN POLÍTICA

Por Agustín Ramírez , 3 diciembre, 2014

Según las últimas cifras oficiales el empleo ha decrecido y ha aumentado el número de cotizantes a la Seguridad Social, sin embargo sigue creciendo el empleo temporal y precario continúa en aumento el número de parados sin prestación. De otra parte, el gasto de prestaciones por desempleo es un 17,8% menos que el mismo mes del año anterior y el menor gasto de los últimos 23 meses. Conclusión: al gobierno actual le da igual la situación de las personas, lo único que le interesa es la frialdad de los números para continuar engañando a los ciudadanos.

Nos quieren vender la idea de que las cifras reflejan una evidente salida de la crisis: la reducción del paro, el crecimiento del PIB, la bajada de la prima de riesgo, la evolución de la Bolsa, las ganancias de los bancos y las grandes empresas, entre otras “menudencias”, pero el ciudadano del párrafo anterior se pregunta: ¿qué tiene todo eso que ver conmigo? Con frecuencia se responde: me están mintiendo y me quieren engañar; inevitablemente, piensa que ese no es su mundo y que quienes dicen esas cosas no conocen, ni por asomo, el mundo real. Las dificultades cotidianas de las personas no son objeto de su preocupación, solo son frases huecas en sus engoladas declaraciones públicas. Pero, hete aquí, que viendo, leyendo o escuchando las noticias oyen hablar de que hay personas -conocidas bastantes y admiradas otras  que están siendo llevadas a prisión, procesadas e investigadas por la Justicia por una serie de delitos, algunos todavía presuntos, relacionados con el despilfarro y el robo de dinero público, de manera directa o por fraude de impuestos y, en ese momento, la rabia se apodera de esos ciudadanos maltratados por la crisis y comienzan a cuestionarse, cuando menos, el sistema político actual.

Este caldo de cultivo es el germen de la indignación ciudadana que parece llevarnos a una situación política en la que la estabilidad o,másbien, el estancamiento del bipartidismo político se está terminando y, ojalá, que así fuese, creando las condiciones para que nuevos actores –o viejos actores pero permanentemente relegados- puedan asumir el cambio indispensable que este país necesita.Y cuando esta amenaza se vislumbra en el horizonte, los medios de comunicación, a modo de voceros de la clase política en decadencia, sacan su batería propagandística para atacar con dureza las nuevas ideas emergentes, descalificando no solo las ideas, sino las personas con la mayor saña posible.

La irrupción de Podemos en la escena política está haciendo temblar la estabilidad estancada de la política actual, incluso a costa de arrinconar a grupos como Izquierda Unida, que desde hace tiempo llevan clamando su voz contra las desigualdades en el desierto del bipartidismo.

Pues ha llegado la hora de que todos aquellos que estén contra la situación política actual, su degradación, sus corruptelas y su desprecio del ciudadano de a pie, se presenten a las futuras elecciones –juntos que no revueltos- con un programa de reivindicaciones común para que la población pueda con su apoyo manifestar su indignación ante la situación actual -como botón de muestra: prestaciones para todos los parados, paralización de desahucio de viviendas y poner a disposición social las viviendas incautadas y vacías por los bancos, impedir el corte de luz en hogares sin recursos, aceleración y puesta al día de las prestaciones de dependencia, reinstauración de los impuestos de patrimonio y sucesiones, fiscalidad progresiva y reinstauración de un nuevo IVA a los productos de lujo, creación de empleo público en las áreas sociales del estado del bienestar, eliminación de cualquier retribución pública no sujeta a retenciones fiscales, reestructuración de los salarios públicos eliminando situaciones como que un alcalde pueda ganar más del doble que un presidente de gobierno, fiscalización y control de cualquier dinero público en el mismo plazo que cualquier empresa o ciudadano, medidas para que la fiscalidad de las empresas se acerque a los tipos nominativos, reforma de la ley electoral para evitar la sobrerrepresentación y que todas las ideas tengan cabida en el Parlamento y otras que, eliminando privilegios, acercasen el mundo público al mundo del ciudadano. Si así no lo hicieran y los personalismos impidiesen ese frente común, querrá decir que ellos no eran las personas adecuadas para traer el cambio a este país; de igual modo, si los electores siguieran confiando en la clase política del bipartidismo, solo demostrarían que, todavía y a pesar de lo que nos están haciendo, aún hay demasiados “revolucionarios de café”.

Quizás convenga recordar a Abraham Lincoln cuando decía: “se puede engañar a todos alguna vez, o engañar a algunos siempre, pero no se puede engañar a todos siempre” y desear que nos estemos acercando al tiempo del final de la cita.

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