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Cuéntame un gol. Cuentos de fútbol

Por Fermín Caballero Bojart , 26 abril, 2014
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Presentación día 10 de Mayo de 2014. 19.30h. Librería El Tranvía (C. Comercial Moda Shopping) Avda. General Perón 40. 28020. MADRID.

“Fútbol es fútbol…” escucharon los españoles a finales de los setenta. Para los que no entendemos de fútbol, puede que no alcance mayor expectativa que una frase encerrada en sí misma. Sin una salida idiomáticamente simple. Por que yo, que no conozco las reglas del deporte rey, ni siento pasión por un equipo, no me derrito por una jugada ni deseo derrotas ajenas. Tampoco valoro estrategias, ni dicto sentencias deportivas. Es como si un futbolista leyese “Arte es arte”. Absurda y cruel comparación. Claro que, mientras no hubo imagen, se vivió de la crónica, en forma de radio y, para cultos y/o adinerados, de prensa escrita. En ellas se prodigaron periodistas. Se acuñaron posteriormente locutores y se descubrieron plumas, las más valoradas, en las bandas de un campo de fútbol. Desde Mar de la Plata hasta la Ría del Nervión comenzaron a vivirse con pasión lo que denominaron derby. Para que las hazañas de unos y otras (las plumas) cruzaran el océano decidieron que cada cuatro años era referencia válida la recapitulación mundial de sus ídolos. Al llegar la televisión el papel perdió algo de protagonismo y hoy el cerebro humano sigue hipotecado al acontecimiento directo y real que proporciona la combinación de color y locución. ¿Quién da más? Solo internet, precoz dinamitadora del papel, parece ponerse a favor de la literatura futbolística. Y surgieron los cuentos que quisieron hacer posible lo que no se leía o veía en un campo de fútbol. Del mito al dios, pasando por la religión en forma de balón. Y por eso hoy no se prodigan, a pesar de hemerotecas y escasas recopilaciones antológicas, relatos de fútbol.

Sin embargo, con el fútbol de trasfondo, se pueden crear buenas historias, lejos de las crónicas, que den otro contexto a la frase de Boškov con la que me ha parecido oportuno abrir esta reseña sobre la acertada antología Cuéntame un gol. Cuentos de fútbol. (Verbum editorial, 2014). No es fácil concentrarse con una mosca que entra en el salón de casa mientras se trata de seguir la poderosa final que nos brindó el Mundial de 1990 (Lazzarono y Bilarda) al desgarbado modo de la novelista Nieves Sevilla, o pensar que un delantero nato deja de meter goles como a quién le sale una verruga y acude a un brujo como remedio final para acabar con la sequía goleadora (Equilibrio de fuerzas) con la suspicaz prosa de Gonzalo García-Prieto. Así van surgiendo los relatos de esta antología que Verbum propone de la mano de autores consagrados como Manuel Pozo (El día que me encontré con Pirri), con ese nostálgico flashback de infancia que anestesia al protagonista tras un encuentro en la calle con un histórico defensa que jugó en el Real Madrid. Y de la niñez nos viene contando Antonio García-Catalán (El primer gol), para que vale un gol, sobre todo si es el primero de tu vida. Y así uno hace pandilla, con un balón y unas porterías figuradas (Los murciélagos y los límites imaginarios), tal cual lo narra Patricia Jiménez López, donde los jugadores de la selección española que golearon a Malta se rifan la suerte en una pachanga. Niños que sueñan con ser sus ídolos, o simplemente ver a la selección española aunque sea en televisión (El sueño de un académico), punto de vista interesante, como el que propone Elena Fernández Ruiz, con la final de la Eurocopa de 1964. Tiempos duros, de la España en blanco y negro donde los riesgos se corren en los lugares más inesperados (El Partido), sobre todo cuando los días de fútbol el correo del partido político clandestino, retratado por Marcos Cánovas, acude al estadio en busca de información.

Disfrutará el lector con historias cuasisalvajes y románticas. Exquisitas. Para acompañar con una tarde de lectura y sosiego. A veces misteriosas (El campeón) con esa atmósfera que tan bien sabe preparar Ricardo Rincón en sus cuentos. Que nos enganchará para seguir leyendo y disfrutando de momentos como el que nos brinda Francisco Javier Conejo (El debut) cuando un chico de diecinueve años ve cumplido su ansiado sueño de debutar, hasta que un fuerte pinchazo en el pecho provoca su desvanecimiento. Cuentos actuales, como el de José Manuel Gómez Vega (Blancos de corazón) al otro lado de la valla fronteriza de Melilla, en Beni Ansar, con una pureza de sentimientos inigualable. O a este lado de la España corrupta (Los goles soñados) donde las aspiraciones de un funcionario interino de conseguir una plaza fija pasan, según su autor Juan Antonio Román Muñoz, por el resultado de un partido de fútbol entre dos pueblos vecinos. Rabiosa actualidad. Indignada patria que no tiene letra en su himno, y de ello se encarga el escritor José Antonio Nieto (La letra del himno, antes del partido) en las carnes del preu Juanito. Héroes anónimos. O vestidos de negro como el protagonista que pita su primera final (Por los buenos tiempos) en la que Eloy Serrano nos destripa viejas riñas. Tiempos pasados y modernos en los que lo femenino reclama su esfera (El grito) con una genial historia, como las veinte que forman la antología, sobre un penalti no pitado por una mujer, con el inconfundible estilo de Isabel Martínez. Y de penas máximas versa el relato del seguntino Ángel del Castillo (El penalti). Con recuerdos juveniles. Cómo los que Camilo Herrera evoca (Hasta el sol de hoy) rindiendo tributo al amor de una joven deseada por todos los jugadores de un encuentro.

Me escribe, desde Argentina, el cuentista Néstor Quadri (El viejo): “A menudo suele aseverarse entre los hinchas fanáticos del fútbol que un jugador es viejo como sinónimo de ineficacia”. Bárbaro castigo compañero; boluda competencia. Con esa madera de campeón, de carbayón, con la que los asturianos pujaron y no dejaron que su club desapareciera (Madera de roble), palabra de Julio Rodríguez Díaz. Y por eso creo, como David Grande (Nadie puede escapar) que esa esclavitud, que es en el fondo lo que encierra la frase sin salida de Vujadin, nos lleva a huir del fútbol durante toda la vida. Vida que me ha enseñado a leer dos veces. La primera a los demás, la segunda a mi mismo (El cancerbero).

Y para el final, el principio: El prólogo. ¡Cuánta razón, cuánta añoranza! Pero así también empezaron aquellos locutores, aquellas plumas. Con maestros que creían saberlo todo, por que solo ellos lo habían visto. O vivido. Y cómo Marcos López, al que observo envarado tras las gafas negras de pasta cada noche en el telediario de las nueve (telegrafiando una cruel actualidad), supo adivinar el precio del gol. Balonmano, fútbol o chapas. Goles al fin y al cabo, porque él sí que sabe leer. Sin segundas lecturas, tantas veces innecesarias. Por que detrás de “Fútbol es fútbol…” muy pocos saben, gracias Marcos, que Vujadin Boškov dijo “e gol e gol”.

El acto contará con la asistencia de Marcos López (Rtve), Orfeo Suárez (diario El Mundo) y Fernando Rodríguez Lafuente (director de ABC Cultural).


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